Giscard afirma que la entrada de Turquía sería el fin de la Unión Europea
Bush pide a Schröder que Europa tienda la mano a Ankara
Valéry Giscard d'Estaing, presidente de la Convención sobre el Futuro de Europa, recibió ayer una unánime avalancha de críticas desde las tres instituciones europeas y desde el foro que dirige por afirmar en una conversación con dos periodistas de Le Monde que la hipotética adhesión de países como Turquía a Europa sería 'el fin de la UE'. La Comisión 'no comparte' esas opiniones, y la Eurocámara las considera 'imprudentes'.
El Consejo recordó que Turquía 'es un país candidato' y el Gobierno turco acusó a Giscard de tener 'una visión conservadora' de Europa y su representante en la Convención pidió su dimisión.
Sólo una semana después del triunfo electoral de los islamistas moderados en Turquía, pero también de su encuentro con el Papa en Roma, Giscard ha dicho lo que repetía en privado: 'Turquía es un país próximo a Europa, pero no un país europeo'. Añadió que, si la UE admite a Ankara, Marruecos se colocará en la lista de espera y que la entrada de Turquía sólo la exigen 'adversarios de la UE', en explícita referencia a EE UU.
La respuesta turca no se hizo esperar. El ministro de Exteriores, Sukru Sina Gurel, acusó a Giscard de tener 'complejo de inferioridad', informa France Presse. El líder del partido ganador de las elecciones, Recep Tayyip Erdogan, cree que el ex presidente francés se deja llevar por el 'sentimentalismo'. El embajador turco ante la UE, Oguz Demiralp, le envió una carta en la que le dice: 'Confiamos contar con su apoyo como eminente hombre de Estado de un país laico como Francia. (...) Usted tiene una visión de Europa más bien restringida y conservadora'. 'Giscard debe dimitir', sentenció Emre Kocasglu, representante turco en la Convención.
Las afirmaciones del presidente de la Convención también van en contra de la creciente corriente en el seno de la UE, pese a que él mismo afirma que 'la mayoría' de los líderes europeos están en contra de la incorporación de Ankara y nunca lo dicen abiertamente. Países como Austria, Luxemburgo u Holanda están en contra de esa adhesión, pero el Reino Unido, Francia, España y, desde hace dos semanas, Alemania apoyan la apertura de negociaciones con Ankara cuando cumpla los requisitos políticos y económicos exigidos.
[Precisamente ayer, el presidente George W. Bush pidió al canciller alemán, Gerhard Schröder que 'la UE tienda la mano a Turquía', informa France Presse. La solicitud se produjo durante la primera convesación telefónica entre ambos tras el enfriamiento de relaciones por la oposición de los socialdemócratas alemanes a una intervención militar en Irak.]
Lealtad con Ankara
El presidente de la Comisión, Romano Prodi, en una entrevista publicada ayer en EL PAÍS, señaló que 'habrá una tragedia' si no hay un diálogo abierto con Turquía y que la UE será 'leal' con el compromiso adquirido de iniciar las negociaciones de adhesión si cumple esos requisitos. Turquía es país candidato desde 1999, si bien presentó su candidatura en 1987.
Los portavoces de la Comisión respondieron ayer en tromba a Giscard que, mientras los Quince no cambien su posición oficial, 'Turquía es un país candidato'. Lo mismo recordó Javier Solana, secretario general del Consejo de la UE, quien aventuró que Turquía 'recibirá la señal más positiva posible' en la cumbre europea de los próximos 12 y 13 de diciembre en Copenhague, donde Ankara espera que los Quince fijen un horizonte temporal para empezar a negociar. Desde 'retrógrado' a 'racista' pasando por 'ultraclasista' fueron otros epítetos que dirigieron a Giscard diversas fuentes del Consejo.
Desde la Convención, el belga Jean-Luc Dehaene, vicepresidente del foro, dijo que Giscard había expresado su 'opinión personal', que el contencioso turco no es asunto de la Convención y que él no haría nunca esas declaraciones. 'La UE no es un club cristiano', declaró tras las elecciones turcas la ministra española, Ana Palacio, miembro del presídium de la Convención. Íñigo Méndez de Vigo (PP) defendió el derecho de los políticos a decir lo que piensan, pero matizó que Turquía no es un problema de la Convención. Para los socialistas españoles en ese foro, lo dicho por Giscard 'es grave' porque sólo beneficia a grupos turcos contrarios a las reformas.
Lo que sí discute la Convención es la posibilidad de crear un estatuto especial para los países que no quieran o no puedan entrar en la UE, con los que se firmarían amplios acuerdos comerciales y políticos. Es ésa la fórmula que Giscard y otros miembros de la Convención prefieren para países como Turquía o Marruecos, aunque nunca citan países concretos.
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