Huelga de ambulancias
La huelga indefinida convocada por CC OO y UGT en el sector de las ambulancias privadas de Madrid ha ocasionado el caos en su primera jornada, al incumplir los trabajadores prácticamente el 100% de los servicios mínimos decretados por la Consejería de Sanidad. Alrededor de 3.000 enfermos que diariamente utilizan este servicio -una concesión del Gobierno regional a una unión temporal de 12 de las 14 empresas del sector- han sufrido largas esperas para poder ser trasladados al hospital o bien han tenido que contratar, y pagar de su bolsillo, un taxi.
Los servicios mínimos dictados por la Consejería de Sanidad -el 100% para las urgencias, diálisis, quimioterapia, radioterapia y otros traslados sometidos a 'cita cierta'- han quedado en papel mojado. La protesta sindical en demanda de mejoras salariales para 800 conductores y camilleros ocasionó incidentes y hubo piquetes que pusieron en riesgo a algunos pacientes, ante lo que el Ejecutivo regional requirió escolta policial para los vehículos sanitarios. Este conflicto ha agudizado las reiteradas y múltiples quejas de los usuarios y los médicos desde que Sanidad concedió, el pasado mayo, el servicio de traslado de enfermos urgentes (enfermos y heridos cuya vida no corre peligro) a la Unión Temporal de Empresas (UTE). Sanidad debería explicar por qué este servicio, que ya era malo, es peor desde que se adjudicó esta concesión.
La situación es grave y requeriría iniciativas de la Administración regional que vayan más allá de las medidas paliativas adoptadas, como comprometerse a pagar a los usuarios las facturas de los taxis utilizados, cuyo cargo endosarían en su momento a las empresas de las ambulancias.
Nadie discute que los salarios de los camilleros y conductores, de unos 700 euros al mes, son bajos. Pero los efectos del recurso a la huelga en un sector cuya matera prima es la salud de los pacientes son o pueden llegar a ser gravísimos. La situación es de las que requieren un arbitraje, como los que han resuelto otros conflictos en los que las distancias entre las partes eran grandes y la huelga producía un desproporcionado efecto social. Si se considera inevitable llegar a un arbitraje, que se acuerde antes de que cualquier desgracia radicalice las posiciones y ponga a la población contra los huelguistas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
- Huelgas sectoriales
- UGT
- Ambulancias
- Comisiones Obreras
- Opinión
- Transporte sanitario
- Ayuntamientos
- Huelgas
- Madrid
- Transporte urbano
- Administración local
- Transporte carretera
- Comunidad de Madrid
- Conflictos laborales
- Asistencia sanitaria
- Política laboral
- España
- Relaciones laborales
- Sanidad
- Transporte
- Trabajo
- Administración pública
- Salud