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ELECCIONES EN EE UU

Los teléfonos móviles dificultan los sondeos

Es difícil saber lo que piensan los estadounidenses. En estas elecciones no ha habido grandes temas que hayan marcado la opinión. Los sondeos no han ayudado a esclarecer este panorama. En los últimos años, sus resultados han demostrado ser cada vez menos fiables. Y no es sólo una cuestión de apatía. Los teléfonos móviles, el marketing telefónico y los contestadores se han convertido en los peores enemigos de las encuestas.

El marketing telefónico es una plaga en EE UU. Es muy corriente recibir llamadas un domingo vendiendo los méritos de una compañía teléfonica o pidiendo dinero para los huérfanos de la policía. Para los encuestadores se ha convertido en un considerable obstáculo. El votante, un consumidor agotado, ya no tiene tiempo ni paciencia para contestar a preguntas sobre sus opiniones políticas. El resultado de tanto acoso es que los estadounidenses han aprendido a filtrar las llamadas. Dejan el contestador o usan los servicios de identificación digital que les permiten ver el número que llama.

'Llegará un momento en que la realidad de lo que pasa en el país no tendrá nada que ver con los sondeos', comentaba ayer a The New York Times Stanley Greenberg, un encuestador de Bill Clinton. 'Esta industria se está pasando poco a poco a Internet. Dentro de 20 años no podremos seguir usando el teléfono', añadía su colega republicano Whit Ayres.

Estos factores distorsionan los resultados. El fin de semana, dos encuestas sobre las elecciones a senador en Minnesota dieron resultados opuestos: una otorgaba la victoria al candidato demócrata y ex vicepresidente Walter Mondale y otra daba como ganador a su rival republicano, Norm Coleman, con el mismo margen de seis puntos.

Franjas enteras de la población se están quedando fuera: los centros urbanos; las minorías, que, en muchos casos, no quieren poner sus números en la guía; y los jóvenes, que usan cada vez más los móviles como teléfono principal. Las firmas de sondeos intentan compensar estas deficiencias dedicando más tiempo a sus encuestas y llamando a más gente. Pero la pasividad hace muy difícil predecir con un margen de error aceptable las tendencias electorales.

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