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Reportaje:

La increíble historia de la sindicatura

La inacabable sucesión de crisis ha lastrado la credibilidad de la institución

Hubo un tiempo en que ser miembro de la Sindicatura de Cuentas debía de dar un cierto prestigio social. Hoy las cosas no están tan claras: la sucesión de crisis internas que en los dos últimos años ha vivido esta importante institución, la encargada de velar porque las administraciones gasten correctamente el dinero público, ha puesto la entidad en el disparadero. Lo que sigue es un compendio de la increíble historia de esta entidad de rango estatutario y de los principales problemas que han lastrado su credibilidad.

- Interinidad. En dos años, ha habido tres personas distintas que han ejercido de síndico mayor; todos avalados por Convergència i Unió (CiU), pero todos en precario. Al principio de 2001 Ferran Termes renunció al sentirse en minoría en el interior de la entidad. Lo reemplazó interinamente Xavier Vela, el síndico más próximo al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, pero estuvo más de un año en el cargo ante la incapacidad de los síndicos de elegir al sustituto de Termes. Finalmente, el pasado mayo el Parlament, del que depende la sindicatura, impuso al frente de la entidad a Marià Nicolàs, un hombre de la confianza de Vela. Su designación no puso fin a la crisis ni a la precariedad del máximo responsable de la institución: a pesar de que los síndicos avalados por CiU y el PP disponen teóricamente de mayoría absoluta, en la práctica Nicolàs sólo tiene garantizados dos de los siete votos en los plenos de la entidad.

El polémico informe sobre el 'caso Pallerols' simboliza cómo ha funcionado la entidad

- Caos. El enfrentamiento interno entre los síndicos avalados por CiU y el PP proyectó durante casi un año una imagen de caos en la institución: ningún síndico logró ser elegido síndico mayor a pesar de que se llegaron a realizar casi 50 votaciones secretas. El responsable final del desaguisado era, de hecho, el Parlament, porque la Ley de la Sindicatura no incluía mecanismos para desempatar. Durante más de un año, la Cámara fue incapaz de solucionar el conflicto al reproducir miméticamente la falta de entendimiento entre CiU y el PP que había en la sindicatura. Al final, Nicolàs fue elegido síndico mayor con el único de apoyo de CiU tras una reforma legislativa aceptada por todos los grupos.

- Contabilidad bajo sospecha. El organismo encargado de velar porque los presupuestos de todas las administraciones respeten escrupulosamente la legalidad tiene sus propias cuentas bajo sospecha. La aprobación de las cuentas de 2000 quedó supeditada a una auditoría interna por las dudas de la gestión de Termes y lo mismo sucedió en 2001 por la de Vela. Éste concedió a su secretaria unas gratificaciones extraordinarias que algunos síndicos consideraron no ajustadas a ley. Algunos trabajadores denunciaron las gratificaciones ante la fiscalía.

- 'Caso Pallerols'. El polémico informe de la Sindicatura sobre el caso Pallerols -de presunta financiación irregular de Unió a partir de fondos repartidos por Trabajo- simboliza cómo ha funcionado la sindicatura en los últimos años. El síndico que asumió la investigación de la Generalitat es Marià Nicolàs, avalado por CiU. Tardó cuatro años en entregar el informe al Parlament y poco después fue promovido por Convergència a síndico mayor. En una decisión sin precedentes, el Parlament devolvió el informe a la sindicatura por considerar que no investigaba suficientemente a la Generalitat. Pese al mandato de la Cámara, Nicolàs se resistió a ampliarlo y quiso pasar la patata caliente a la síndica Montserrat de Vehí. El tira y afloja duró cuatro meses, con lo que el informe siguió paralizado hasta que la semana pasada el pleno de la sindicatura obligó a Nicolàs a retomar el trabajo.

- Falta de medios. La sindicatura ha justificado siempre el retraso en enviar sus informes al Parlament por la falta de medios. Para tratar de remediarlo, el Parlament autorizó en marzo la creación de 10 nuevas plazas para la sindicatura, entre auditores y ayudantes. La entidad cuenta con un superávit que varias fuentes cifran entre 1,8 y 2,4 millones de euros, pero Nicolàs se ha negado de momento a convocar las oposiciones, lo que ha indignado al Parlament y ha abierto una crisis institucional. La Cámara aprobó el jueves una resolución por la que le exige que amplíe las plazas 'cuanto antes' y la izquierda acusa al síndico mayor de tener la sindicatura al ralentí para no crear problemas al Gobierno. Cuatro síndicos, que representan la mayoría absoluta en la sindicatura, firmaron el jueves un documento en el que reclaman también la inmediata convocatoria de las oposiciones. Nicolàs respondió al acoso del Parlament y de la mayoría de los síndicos suspendiendo el pleno previsto en la sindicatura para el martes.

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