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Crecen las críticas contra los métodos y las 'mentiras' del Kremlin

Los chechenos derriban otro helicóptero ruso

Las críticas a la operación de salvamento de los rehenes del teatro Dubrovka arreciaron ayer en Moscú, mientras algunos políticos insistían en la necesidad de encontrar una solución al problema checheno y detener la guerra. Sin embargo, el Kremlin no está por la labor y continúa con éxito la campaña para vincular al líder independentista, Aslán Masjádov, con los extremistas que amenazaban con hacer volar por los aires el auditorio. Entretanto, en Chechenia, la guerrilla derribó otro helicóptero, el quinto en los últimos tres meses.

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Algunos diarios rusos, como Nóviye Izvestia, pedían ayer las cabezas del ministro del Interior, Borís Grizlov, y del director del Servicio de Seguridad, Nikolái Pátrushev, tanto por su incapacidad para prevenir la toma del teatro moscovita como por su responsabilidad en el uso del gas asesino.

'En este país nadie responde por nuestra seguridad. Y mientras en el Cáucaso siga rugiendo la guerra chechena y continúen en sus puestos personajes como Pátrushev, Grizlov y otros caudillos del frente caucásico, cualquiera de nosotros puede tener su propio Nord-Ost, acompañado de la posibilidad de sobrevivir al ataque químico de turno. Todos somos rehenes del Kremlin', escribía el citado periódico.

El diputado Serguéi Kovaliov, ex Defensor del Pueblo y disidente que sufrió el gulag soviético, se lamentaba ayer de que el mentir se ha convertido en una tradición de las autoridades. 'La situación vivida en los últimos días me recuerda los primeros días de la tragedia del submarino atómico Kursk. Nos aseguraban que habían entablado contacto con la tripulación, que conversaban a golpes usando el alfabeto morse, etcétera. Todo mentiras. Ya sabían que que todos los marinos habían perecido', recuerda. Ahora los rusos han podido ver cómo las mentiras se han ido repitiendo: es falso que los extremistas hubieran comenzado a ejecutar a los rehenes y por eso las autoridades se vieran obligadas a lanzar el asalto. 'El asalto estaba preparado y la decisión tomada', afirma Kovaliov, y los testimonios de quienes lo vivieron lo avala. A esto siguieron las mentiras del gas: que es inofensivo, que nadie ha muerto a causa de sus efectos, que los fallecidos son por enfermedades que tenían. Por último, ayer mismo la agencia oficial Tass citó al fiscal de Moscú, que afirmaba que 45 personas de entre los rehenes habían muerto por heridas de bala. Una hora después, cuando se dieron cuenta de que nadie les creía, el fiscal 'precisó' que en esa cifra se incluían los extremistas eliminados.

Ante el escándalo que las mentiras han provocado y de las incógnitas que plantea la operación suicida de los extremistas chechenos, la Unión de Fuerzas de Derecha (UFD), cuyos líderes trataron de mediar para obtener la liberación de los rehenes, exige la creación de una comisión parlamentaria investigadora. 'Todo lo que está fuera de los secretos de Estado puede ser estudiado por los parlamentarios', dice Irina Jakama, vicepresidenta de la Cámara baja rusa.

El obtjetivo principal de la comisión debe ser responder a por lo menos dos preguntas clave: ¿cómo fue posible que 50 extremistas armados lograran llegar, desde Chechenia, al centro de Moscú y tomar a cientos de rehenes y cuán adecuadas fueron las medidas para salvar a la gente ya liberada? Esta investigación 'es necesaria para evitar que se repitan los mismos errores en el futuro', dice. Alexéi Arbátov, diputado del partido liberal Yábloko y experto en temas militares, declaró que 'hay que detener la guerra de inmediato'. 'No controlamos la situación' en Chechenia y 'no hay nada que haga pensar que esto cambiará en el futuro', agregó. Y el derribo de otro helicóptero en las cercanías de la principal base militar rusa, que ha dejado cuatro muertos, confirma las palabras de Arbátov.

El gran problema es que hoy nadie está dispuesto a negociar con el líder separatista. El Kremlin siempre ha sido contrario a ello y los políticos que antes lo exigían ahora han dado marcha atrás. 'Hoy no me atrevería a decir que se pueda negociar con Masjádov', declaró Borís Nemstov, jefe del grupo parlamentario de la UFD, mientras Jakamada y otros políticos se expresaban en el mismo sentido. Serguéi Fridinski, vicefiscal general de Rusia, fue el encargado de transmitir la opinión del Kremlin: 'Con Masjádov sólo se puede hablar de una cosa: las condiciones de su propia rendición y la de sus hombres'.

La rehén Dima Yendaltsev, de 13 años, charla con su madre en el hospital de Moscú donde está internada.
La rehén Dima Yendaltsev, de 13 años, charla con su madre en el hospital de Moscú donde está internada.REUTERS

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