_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ventana perfecta

Del mismo modo que existe un nutrido grupo de fans incondicionales de John Irving, su compatriota Paul Theroux también tiene los suyos. Desde un libro de viajes tan perspicaz y ameno como El Gran Bazar del ferrocarril (1975) hasta novelas que han pasado por el cine como La costa de los mosquitos (1981) y la inspirada Milroy el mago (1993), Theroux ha ido engrosando lectores mientras escribía y publicaba a velocidad vertiginosa: más de 35 libros en menos de tres décadas. Theroux (Medford, Massachusetts, 1941) tiene poco que ver con otros novelistas de su misma generación, como son el mismo Irving, Don Delillo o Phillip Roth. Las obsesiones de su novelística no se detienen en la mirada al interior de la sociedad americana que caracterizan a Delillo y Roth, por ejemplo.

HOTEL HONOLULÚ

Paul Theroux Traducción de Diego Friera y María José Díez Seix Barral. Barcelona, 2002 538 páginas. 21,50 euros

Más información
Un viaje por la felicidad

Hotel Honolulú es una prueba de esa óptica cosmopolita -de escritor que ha viajado y 'huido' mucho- que a menudo adopta Theroux para desplegar su mundo novelístico, una óptica a caballo entre América y 'lo otro', sea lo otro Europa, África o una sociedad fronteriza, isleña, como es en este caso la hawaiana. Le interesa más la universalidad de sus personajes, sus dilemas existenciales, que su filiación emocional o el lastre de sus prejuicios. Quizá por eso esta novela carece de argumento en un sentido clásico y en cambio es un hervidero inagotable de personajes, de vidas ficticias y, sin embargo, muy plausibles, de lenguajes, de modos de reír y llorar. Theroux no ha olvidado aquel sabio consejo de Naipaul en Uganda de que jamás pretendiese 'contar una historia' a través de una novela, sino más bien elaborar una 'narración', el despliegue ordenado de un lenguaje. Y a lo largo de Hotel Honolulú nuestro autor va tomándole las medidas a esa 'ventana perfecta' de Henry James, desde la que se ve la infinita variedad de la ficción y desde la que se escogen los movimientos y los paisajes que cada autor es capaz de ver o quiere ver y lo demás se omite.

Aquí seguimos la voz de un

escritor que ha dejado de escribir y por eso acepta el empleo de director en un hotel de la playa más famosa de Hawai. Creyendo que se aleja de su vida anterior, lo que de veras está haciendo es volver poco a poco a casa. Su casa es la literatura y el hotel Honolulú el hogar ideal de todo novelista. Allí encontrará de nuevo el sentido de su vida, que no es otro que el de escribir sin juzgar lo que ve y siente a través de su ventana. Al principio sólo observará, conversará, seducirá, tendrá una hija, se protegerá del sol, empezará a aburrirse con la cadencia de las olas de Waikiki, pero llegará un momento que todo eso habrá de convertirse en algo 'real', algo que pueda entenderse. Entonces se pondrá a escribir. Con inicios balbuceantes, pues vive entre personas que apenas hablan y cuando lo hacen chapurrean una lengua rudimentaria, el director de hotel arrancará los primeros compases de una crónica, la crónica del hotel Honolulú. Ese lugar y sus personajes existirán en tanto él escriba (del mismo modo que Sherezade seguirá con vida mientras invente), pues para eso lo ha contratado en realidad su estrafalario dueño, Buddy Hamstra, para que haga de él mismo un ser humano articulado, es decir, un personaje en el más puro sentido dickensiano. Renunciando a la brillantez que rodeada a Milroy el mago, dejando de lado la sinceridad sobre las pequeñas cosas propias que es lo mejor de su libro sobre el escritor de Trinidad

.Theroux hace aquí un ejerci

cio de humildad narrativa quede hecho encierra una profunda ambición. Porque su novela va más allá de lo obvio, es decir, de la crónica estructurada en capítulos breves y a veces etéreos, mecánicos, -como si fueran episodios de las series Hawai 5-0 y Vacaciones en el mar-, del retrato exacto de las aves de paso y de los residentes en declive de un hotel decadente. Tiene otro alcance que el ya respetable del hábil tejido de relatos sobre personajes sólidos, mestizos de una tierra perdida entre las costas de Japón y de California que sufre las plagas migratorias de los veraneantes. Y ese alcance es el de ser una parábola de la realidad como construcción erigida a base de hechos y emociones traducidos a un lenguaje, la escritura, que es esencialmente verdad en sí mismo y no gracias al préstamo de lo que representa. Puede que el hotel Honolulú esté sólo en la cabeza de ese demiurgo hortera, Buddy, y que sea él quien escriba por medio de su muñeco, el narrador. Puede incluso que Madam Ma, la columnista que cuenta mentiras locales, no sea más que un ejemplar raro de ese 'viajero del tiempo' que es Nevermann, el hombre que sigue el rastro de conocidos del pasado hasta saber cómo han llegado a convertirse en lo miserables que son, un tema que puso de moda Proust. Ensayando un regreso a la 'realidad' después de tantos años de inventarse vidas, el escritor-director alcanza el dudoso corazón de la ficción (llena, en este caso, de sexo y muerte en las islas Hawai), allí donde la verdad se construye mediante inestables castillos de palabras. Con esta novela, Theroux hace una incursión en la ventana perfecta y sale con vida, con más vida que nunca, del trance.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_