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Un viaje por la felicidad

'LAS NOTICIAS del mundo me sonaban intrascendentes', escribe Paul Theroux en Las islas felices de Oceanía. La frase resume el espíritu lúdico, onírico y sorprendente de este viaje dividido en cuatro partes: Meganesia, Melanesia, Polinesia y Paraíso. El autor estadounidense relata un año y medio de aventuras por el continente australiano, y tanto él como el lector acaban el libro con la sonrisa puesta. Porque para Theroux 'sentirse feliz es como estar en casa'. Australia tiene, sobre todo para los que vivimos en sus antípodas, el halo de romanticismo de encontrarse en el fin del mundo. Lo dice Theroux. 'No hay nada que estimule tanto la memoria como un paisaje desconocido o una cultura extraña'. Las islas felices de Oceanía es una guía minuciosa de lo sociológico: 'Los australianos son sencillos', lo cultural, lo histórico y, sobre todo, por la flora y fauna exuberantes de un continente amable. Un reportaje periodístico donde las impresiones personales las refrenda la voz del oriundo. Así, Theroux cumple una máxima de buen viajero que recoge una de las anécdotas del libro: 'Los turistas no saben dónde han estado. Los viajeros no saben adónde van'.

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