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El Gabinete de crisis de Putin se debate entre el diálogo o la toma armada del teatro

El Gobierno teme que otros 'comandos' desaten una ola de ataques chechenos en Moscú

El presidente ruso, Vladímir Putin, celebró anoche una reunión de urgencia en el Kremlin con un grupo de altos dirigentes para resolver cómo actuar ante el golpe dado por la guerrilla chechena, que había tomado cientos de rehenes en un teatro moscovita. Putin debatió la conducta a seguir con el jefe del Gobierno, Mijaíl Kasiánov; el ministro del interior, Borís Grizlov; el director del Servicio de Seguridad, Nikolái Pátrushev, y el jefe de la Administración presidencial, Alexandr Voloshin.

¿Debía dialogar con los separatistas que amenazan con explotar al edificio o debía ordenar a la policía tomar el local? ¿Y qué hacer si el problema no se resuelve en las próximas horas? ¿Será capaz el presidente ruso de abandonar su agenda internacional y cancelar su gira, que debe comenzar hoy, que lo llevará a México, donde debe reunirse con George W. Bush?

Estas incógnitas se resolverán en las próximas horas, pero lo cierto es que, al igual que Mijaíl Gorbachov, el primer y último presidente de la URSS, Putin prefiere las actividades internacinales y deja que graves problemas internos degeneren y se pudran.

Es el caso de Chechenia, ante el cual el Kremlin ha cerrado los ojos y se ha empeñado en tratarlo como si fuera algo secundario. Con una tozudez inverosímil se ha negado a aceptar la realidad y reconocer que los separatistas aún tienen fuerza, influencia y capacidad de dar golpes inesperados. Los independentistas han impuesto una guerra de guerrillas en la que prácticamente a diario causan bajas a las fuerzas federales.

Los militares emplazados en Chechenia y la policía local han demostrado que no son capaces de impedir las acciones guerrilleras. Baste decir que en esta segunda guerra ya han muerto más de 4.500 militares, es decir, más de millar y medio por año, y los heridos alcanzan a unos 13.000. La situación ha llegado a tal punto, que famosos políticos conocidos por su realismo, han llamado públicamente a negociar con los rebeldes. Entre ellos figuran el ex primer ministro Yevgueni Primakov y el ex secretario del Consejo de Seguridad Iván Ribkin.

Putin perfiló una línea abierta al diálogo en su intervención del 24 de septiembre del 2001, motivada por los actos terroristas ocurridos en Nueva York el 11 de Septiembre. El presidente no perseveró en esa política y quiso aprovechar la tragedia de Nueva York para tratar de convencer al resto del mundo de que los chechenos independentistas eran tan terroristas como los que habían dirigido los aviones contra las torres gemelas.

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El Kremlin ha tenido cierto éxito en esta empresa, y Occidente comenzaron a ser más tolerantes ante las violaciones de derechos humanos realizados por los militares en Chechenia. Pero eso no ha solucionado el problema. Ante la nueva activación de la guerrilla, Moscú responsabilizó a Georgia por los golpes que asestaban los separatistas. Según Rusia, a través de ese país vecino, que daba apoyo y guarida a "los bandidos y terroristas", los rebeldes obtenían dinero y , armamento. Putin llegó a amenazar con bombardear Georgia para acabar con los chechenos que allí había, y cuando éstos pasaron a Rusia para huir de la operación lanzada por el gobierno de Eduard Shevardnadze, el Kremlin protestó porque los georgianos habían permitido huir a los separatistas sin aniquilarlos.

La forma en que los rusos resuelvan ahora el problema de los rehenes en Moscú dará claves de lo que sucederá en el futuro. Una posibilidad es que se permita a los guerrilleros irse a cambio de que liberen a los rehenes.Sería una solución parecida a la que hubo en Budiónnovsk, cuando Shamil Basáyev y sus hombres entraron a sangre y fuego en esa ciudad del sur de Rusia y se atrincheraron en un hospital con miles de rehenes. Pero otra posibilidad es que se dé la orden de asaltar el edificio.

La primera solución abriría la puerta a futuras negociaciones para poner fin a la guerra de Chechenia. La segunda mantendría el problema y probablemente lo agudizaría, ya que si hoy los guerrilleros se decidieron a venir a Moscú a realizar una operación cuasisuicida, no está excluido que mañana vengan a la capital suicidas declarados que se decidan a seguir los pasos de los palestinos. Y entonces la estabilidad de que parece gozar ahora Rusia habrá terminado.

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