Chirac, la guerra y el eje con Berlín
La oposición francesa a la guerra en Irak ha proporcionado una excelente popularidad a Jacques Chirac. A los seis meses de su reelección, el presidente francés cuenta con un 57% de satisfechos con su gestión, según un sondeo de Ifop, frente a sólo el 28% que registraba seis meses después de su primera elección, en 1995. Un motivo claro de la recuperación es la postura moderada de Francia en relación con la amenaza de guerra en Irak, según el politólogo Jean-Luc Parodi.
La semana pasada registró un hecho importante en esa estrategia. Ocurrió en Alejandría cuando, al inicio de una gira por Oriente Próximo, el presidente francés esgrimió la amenaza de veto a una resolución de Naciones Unidas que hubiera significado el cheque en blanco para la intervención militar. Durante las etapas posteriores del viaje (Beirut, Damasco, Ammán) Chirac ha reiterado la idea de que la fuerza, sin el derecho, no es más que 'aventurerismo'.
Hay un poco de evocación gaullista en este rearme de la diplomacia francesa, con mensajes que pretenden hacerse respetar en Washington y en las demás capitales europeas. Chirac aparece como el jefe de la oposición a los halcones, distanciado de Londres (y de Madrid) y con un discurso ajustado al de Gerhard Schröder.
Un alto cargo del Ministerio francés de Exteriores reconoce que la prioridad de su Gobierno pasa por 'conjugar los intereses de Francia con los de Alemania', sin lo cual 'no se logrará construir la unidad europea'. Esta misma persona defiende la unificación de la actual comisaría de Relaciones Exteriores de la UE (Chris Patten) con los servicios del alto representante para la Política Exterior y de Seguridad Común (Javier Solana). Y apoya también la propuesta de Solana para que exista un ministro de Exteriores de la UE, auxiliado por diplomáticos de los países miembros; no sin advertir de que el acuerdo personal de un alto cargo francés 'no implica una postura oficial, que aún no ha sido adoptada'.
Hacerse fuerte frente al unilateralismo de Estados Unidos, reparar el eje París-Berlín para dirigir la futura diplomacia europea: he ahí los preparativos de Chirac. A ello han estado dedicados los dos encuentros que ha celebrado con Schröder en menos de un mes. Los dos convergen no sólo en la política sobre Irak, sino en la denuncia de las 'rigideces' del Pacto de Estabilidad entre los países del euro, aunque siguen sin resolver el litigio de la política agrícola común (PAC), de la que Alemania es pagana y Francia, beneficiaria.
Chirac pretende evitar que el gran sheriff, Georges W. Bush, saque su pistola, pero se ocupa al mismo tiempo de recargar discretamente la suya. No es cuestión de ir por el mundo sacando pecho simplemente en nombre del pacifismo. Ésa es la razón de que el presupuesto francés del año próximo haya de crecer un 5,4% en Defensa, y un 5,6% la partida destinada a Asuntos Exteriores.
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