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Reportaje:

Aseguradoras al borde del abismo

La depreciación de las inversiones en Bolsa coloca contra las cuerdas a unas compañías ya castigadas por el 11-S

Las compañías de seguros de todo el mundo atraviesan uno de los más delicados momentos de una historia a veces centenaria. Las multimillonarias indemnizaciones por los atentados del 11 de septiembre del año pasado y las inundaciones en Centroeuropa no sólo han abierto una herida en el sector. Estos sucesos han potenciado la reacción bajista de la Bolsa, lo que ha minimizado el valor de las carteras de acciones de las aseguradoras. Perdido el balón de oxígeno de las plusvalías bursátiles, la gravedad de la situación ha llevado a las compañías a vender todo lo que tienen para frenar el golpe. Las grandes instituciones sacan al mercado los negocios que no son básicos para su actividad, mientras las ampliaciones de capital se suceden.

Las compañías de seguros han iniciado una masiva apelación a los inversores a través de ampliaciones de capital
Las aseguradoras europeas invierten una media del 20% de sus ingresos por primas en títulos de renta variable
Baile de primeros ejecutivos y despidos masivos constituyen algunas de las recetas aplicadas hasta ahora por las entidades

Las compañías de seguros se enfrentan al vértigo de una coyuntura que jamás habían imaginado. Un año catastrófico en el que han perdido hasta la cartera. Su portfolio de inversiones de Bolsa, el eterno balón de oxígeno, ha quedado pulverizado por la crisis de los mercados abierta tras el 11 de septiembre. La adversa confluencia de factores negativos, tanto económicos como de siniestros, han conducido al grueso de las aseguradoras mundiales a enfrentarse a un grave deterioro de su base de capital que amenaza su solvencia.

Las fuertes pérdidas registradas por la actividad han desatado un auténtico vendaval en la cúpula de estas instituciones. El baile de ejecutivos de primer nivel ha precedido a una auténtica fiebre por la captación de recursos con que recomponer los maltrechos balances. Desde las ampliaciones de capital hasta la venta de acciones de autocartera, pasando por la enajenación de líneas de negocio que no constituyen el corazón de cada grupo asegurador. Hay que inyectar dinero a toda costa.

Mazazo a los resultados

La lista de damnificados es realmente espectacular. Los resultados de las compañías han registrado un mazazo impresionante. El beneficio neto de las grandes ha caído desde el 32% de Axa hasta el 93% de la italiana Generali, pasando por el discreto incremento del 4% de la holandesa ING. El coloso alemán Allianz, liderado por Henning Schulte-Noelle, se ha desmarcado de esta tendencia, con un alza del 15,1%, ya que vendió sus participaciones en Mannesmann y Munich Re.

La situación ha costado la cabeza de buen número de máximos responsables de entidades. Éstos han sido los casos de Manfred Zöbl en Swiss Life, Rolf Hueppi en Zurich Financial Services, Roger Hurn en Prudential, Gianfranco Gutty en Generali o Bob Mendelsohn en Royal & Sun Alliance.

Todo comenzó hace 13 meses. Los atentados terroristas contra Estados Unidos provocaron mucho más que el diabólico efecto de una muerte masiva. En el mismo momento en que se producía la catástrofe, la planta noble de las aseguradoras de todo el mundo se convirtió en una auténtica caldera en ebullición. La Administración de Bush se vio obligada a rectificar pronto la calificación de los acontecimientos, ante la posibilidad de que sus manifestaciones perjudicaran a los miles de afectados por el ataque. Enjuició el acto como una acción de guerra, para rectificar casi de inmediato y presentarlo como ataque terrorista.

Las compañías del sector han tenido que afrontar en todo el mundo hasta el momento un coste superior a los 29.000 millones de dólares (29.400 millones de euros) por los atentados del 11-S, según la agencia de calificación crediticia Standard & Poor's. Y las indemnizaciones aumentarán, porque sólo el 20% de las familias afectadas ha reclamado, debido a la dificultad para demostrar que las víctimas se encontraban en las Twin Towers de Nueva York en aquel momento.

Los acontecimientos de hace un año constituyen el comienzo de una mala racha para el sector. Las inundaciones en Centroeuropa han vuelto a golpear a las compañías este verano. Esta vez han tenido suerte: de 15.000 millones de euros en daños, sólo tendrán que responder por 1.370 millones. La mayoría de los afectados carecía de seguro.

'La situación actual constituye un nuevo reto para el negocio asegurador internacional, porque hay que buscar nuevas formas de garantizar la cobertura de los riesgos por un lado y la rentabilidad por el otro. Esto implica, en cierto modo, regresar a los principios básicos', comenta Vicente Tardío, vicepresidente y consejero delegado de Allianz Seguros.

Peor salud financiera

Los atentados de hace 13 meses han contribuido a medio plazo a un desgaste mayor de la salud financiera de las compañías. Los efectos negativos sobre la Bolsa han provocado una fuerte depreciación del valor de mercado de las carteras de acciones de las compañías de seguros

'Existe una interconexión entre lo que ocurrió el 11-S y la Bolsa. Aquel día comenzó un proceso de intensificación de la desconfianza generalizada de los inversores en la economía estadounidense. Esta circunstancia, unida al pinchazo de la burbuja de Internet, ha supuesto un duro castigo para los mercados de renta variable', asegura Luis Miguel Gómez, director general de ING Nationale Nederlanden.

La inversión en Bolsa por parte de las compañías de seguros constituye una herramienta de gestión. Las entidades invierten las primas recaudadas a sus clientes en el mercado de valores para obtener un rendimiento similar al que consiguen las empresas al colocar los picos de tesorería.

Las aseguradoras se comportan de forma diferente en cuanto se refiere a la aplicación de estos criterios. Las más agresivas son las británicas, que pueden invertir entre el 60% y el 80% de sus recursos. La media en Europa ronda el 20%. El sector siempre ha sido mucho más conservador en España, lo que le blinda frente a las caídas bursátiles. La inversión hasta ahora se había situado en el 4,7%, según datos de la asociación Icea.

Crisis de solvencia

La crisis de solvencia por la que atraviesan las compañías ha tenido un efecto demoledor sobre el precio de las acciones de estas sociedades. Desde el comienzo del año, y hasta princicipios de este mes de octubre, el precio de los títulos de Aegon había caído el 67%, el de Allianz bajaba el 66% y el de Munich Re retrocedía casi el 63%.

La historia es cíclica. La bajada de tipos condujo a las compañías de seguros hace sólo unos años a sustituir títulos de renta fija por acciones, con el objetivo de obtener un mayor rendimiento en sus carteras de inversión. El fiasco de la Bolsa ha aconsejado una vuelta atrás: las compañías europeas comienzan a incrementar sus inversiones en bonos. Ofrecen un rendimiento fijo, aunque más bajo. Esta estrategia no la pueden seguir las instituciones estadounidenses, ya que los casos de fraude empresarial ponen en entredicho el análisis de riesgos que hacen las agencias de calificación de riesgos.

Las aseguradoras se han lanzado a captar recursos y ello ha provocado un aluvión de apelaciones a los inversores a través de ampliaciones de capital. Zurich Financial Services ha anunciado que emitirá acciones nuevas por importe de 2.500 millones de dólares (2.530 millones de euros). Royal & Sun Alliance y Legal & General podrían ampliar por una cifra también de 2.500 millones en conjunto. Aegon ha ingresado un mínimo de 3.500 millones de euros por la venta del 25% de su capital entre inversores.

Las fórmulas para capear la crisis son de todas clases y todos los colores. Crédit Suisse, el banco propietario de Winterthur, ha inyectado en su filial aseguradora 1.700 millones de euros. Swiss Life, la mayor aseguradora suiza del ramo vida, ha anunciado la adopción de varias medidas: el despido de 700 trabajadores antes de que concluya el año 2004, una ampliación de capital por 790 millones de euros y abría la posibilidad de venta de sus filiales en España, Italia y Reino Unido.

Allianz, Munich Re, Skandia, Zurich y Generali se han decidido por la venta de activos. En otros casos, la opción elegida es la venta de negocios que no son básicos para el grupo, como los de gestión de activos. Munich Re ha elevado en 510 millones de euros, hasta los 2.574 millones sus previsiones de pérdidas, mientras ha inyectado 2.900 millones en su filial estadounidense.

Un sector clave

Allianz también ha destinado 765 a su compañía americana, en tanto negocia la venta a Procter & Gamble de su paquete del 43,6% de Beiersdorf, que fabrica la crema Nivea. Asimismo, el gigante asegurador alemán forzará el despido de 3.000 empleados más del Dresdner Bank, propiedad suya. Pero la salida no parece fácil. El miércoles pasado, la agencia de calificación crediticia Moody's rebajaba el rating del Dresdner y de sus filiales. La deuda a largo plazo se situaba en Aa3, con perspectiva estable. Allianz también se ha visto contaminada por esta decisión y perdía la calificación Aaa. Por su parte, Zurich Financial Services también ha anunciado que echará a 4.500 trabajadores.

El sector asegurador constituye un actor clave en la reactivación de la economía mundial. A través del modelo Allianz (la aseguradora es dueña del banco) o Generali (Mediobanca es su propietario), la interconexión de estas instituciones con la industria mundial es muy estrecho, tanto a través de participaciones bursátiles o como en inversiones estratégicas.

Las soluciones mágicas no parecen existir para una situación de esta naturaleza. 'Es muy importante la transparencia y la responsabilidad corporativa en la gestión de los negocios y el realismo a la hora de valorar el potencial de los mercados', asegura Vicente Tardío. 'En el extranjero, el coste de los siniestros está más distribuido a través del reaseguro . En el caso español, el Consorcio de Compensación de Seguros, del Ministerio de Economía, se hace cargo de los siniestros catastróficos', indica Luis Miguel Gómez.

El Consorcio se nutre de los recargos para su financiación que recaudan estas instituciones en todas las pólizas patrimoniales, y varios países estudian la aplicación de un modelo similar en sus países que evitaría situaciones como la actual.

Mientras tanto, las aseguradoras discuten todavía en los tribunales el coste de la indemnización por las Torres Gemelas. El conflicto enfrenta a Swiss Re (y otras 20 compañías en la sombra) con el propietario de los edificios, Larry Silverstein. Éste reclama a la compañía dos siniestros y no uno. En juego está una indemnización de 7.000 millones de dólares. El doble de lo establecido en principio.

Henning Schulte-Noelle, presidente de Allianz.
Henning Schulte-Noelle, presidente de Allianz.EPA

La cautela de las compañías españolas

'Las aseguradoras cuentan con valores de Bolsa que apenas alcanzan el 3,5% de su cartera de primas. Han aplicado una política conservadora, y esto se nota en momentos como el actual', asegura Luis Miguel Gómez, director general de ING Nationale Nederlanden. La inversión en acciones de las compañías de seguros alcanzaba el pasado año el 4,7% de sus carteras.

Esta cautela ha minimizado el impacto por la pérdida de valor de los portafolios de Bolsa en las instituciones españolas. Esto no ha impedido que empresas como Generali tuvieran que provisionar alrededor de un millón de euros por las minusvalías en Bolsa. Cifra similar a la que ha tenido que dotar el Grupo Caifor.

A pesar de que el problema bursátil no es acuciante en España, la patronal del seguro Unespa ha solicitado que la Dirección General de Seguros y el Instituto de Contabilidad y Auditoría de Cuentas (ICAC) abran la mano cuando las cuentas de resultados no obliguen a vender valores.

El mercado Lloyd's de Londres entra en el siglo XXI

Después de 314 años de vida, el mercado Lloyd's de Londres ha entrado en el siglo XXI. Lejos quedaba el origen de una compañía nacida al rebufo de los riesgos que asumían los armadores de los barcos que surcaban los siete mares. Ahora, casi el 80% de sus socios votaban el mes pasado a favor de una profunda reforma de las estructuras de una institución que negocia el 5% de las pólizas a nivel mundial.

El rejuvenecimiento de este foro tiene como pilares la apertura de su financiación a nuevos socios, la transparencia en la contabilidad y la introducción de cambios significativos en los órganos de gobierno con el fin de frenar cuanto antes las situaciones adversas.

El mercado estaba controlado hasta ahora por los names, potentados que arriesgaban su dinero con un riesgo ilimitado a cambio de una atractiva rentabilidad financiero-fiscal. Ahora podrán invertir otro tipo de actores sin correr los riesgos de los names, cuyo número ha respondido a las consecuencias de ruinas bursátiles. Se ha reducido desde 35.000 hasta los 2.852 actuales.

El Lloyd's tiene capacidad para asegurar riesgos por importe de 12.400 millones de libras esterlinas. Cuatro de cada cinco compañías que cotizan en Bolsa en el mundo tienen suscrita una póliza en este mercado.

La reforma, que ha sido promovida por el presidente Sax Riley (que dejará su puesto a finales de año), también pretende una mayor transparencia contable. Hasta ahora, el mercado presentaba cuentas cada tres años, a espaldas por completo del resto del mundo.

El dilema de suavizar la normativa

Los mercados bursátiles de todo el mundo están originando graves dolores de cabeza a los inversores y los expertos no terminan por ponerse de acuerdo respecto al cambio de fase en el mercado. Así, las autoridades mundiales del sector seguros estudian la posibilidad de suavizar sus normativas contables, con el fin de que una coyuntura desfavorable del mercado de valores como la actual no ponga en peligro la solvencia de las entidades.

Este tipo de medidas sólo cuenta con opciones de salir adelante en el Reino Unido, donde las instituciones del sector invierten hasta el 70% de sus carteras en Bolsa. Se da la circunstancia de que las prestaciones por jubilación tienen una gran dependencia de las compañías privadas. La Autoridad de Servicios Financieros podría adoptar iniciativas para flexibilizar el impacto del desplome bursátil.

En España, Alemania y Francia resulta difícil que prospere esta medida, porque los niveles de inversión de las compañías en Bolsa son muy inferiores. Aun así, las autoridades han estudiado el estado del sector en cada país.

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