El chiste más gracioso del mundo
¿Saben cuál es el chiste más gracioso del mundo? Van dos cazadores por el campo y de pronto uno de ellos se desploma inerte. El otro coge el móvil y llama urgencias explicando lo sucedido y preguntando qué ha de hacer. 'Lo primero, asegúrese de que está muerto', le responden. Unos segundos después la telefonista oye un disparo, y, al poco, la voz del cazador que vuelve a preguntar: 'Bien, y ahora qué?'. Según parece, este es el chiste que ha recabado el mayor número de risas en todo el mundo. Sólo que todo el mundo no es todo el mundo, porque si nos hubieran preguntado a nosotros, el mejor chiste del mundo habría sido bien distinto: van Egibar y el Estatuto por el campo y de repente éste cae al suelo exánime. Urgido, Egibar desenfunda el móvil y llama a Ajuria Enea preguntando qué ha de hacer. Una voz misteriosa le responde: 'Asegúrate primero de que está superado'. Unos segundos después se oye un gran ruido y un voz que pregunta: 'Bien, y ahora qué', pero la voz no corresponde a Egibar, sino al Estatuto.
Y es que esto del reírse va por barrios. Por lo menos mientras se pueda, porque el señor lehendakari se ha puesto la mar de serio con su Propuesta. Resulta que pese a sus constantes llamadas al diálogo hasta el amanecer, hay algo que se le ha debido trasnochar, porque le irrita que le tomen la Propuesta a chufla. Lo bueno que tiene, sin embargo, el lehendakari es que no le importa mucho porque ya está vacunado. Vivir dentro de una burbuja es lo que tiene, lo ves todo del color del cristal con que la hayas decorado. Así que, vacunándose contra cualquier crítica, el lehendakari de todos los vascos ha dicho que los insultos a su Proyecto sólo pueden engrandecerlo. Lo bueno es que no se sabe cómo está tan seguro de que se trata de insultos y no de críticas, porque se jacta de no leer los periódicos. Pero no debemos olvidar que formamos parte del mejor chiste del mundo. Aunque también es verdad que el lehendakari podría salir de dudas acerca de si le insultan o critican pidiendo el arbitraje de algún organismo neutral como Elkarri a nada que se lo permitan sus muchas ocupaciones (¿no lleva más de un año escribiendo medio folio?).
Porque la cosa tiene su qué. No hay peor manifestación del ombliguismo que la de descalificar de antemano a quien no piense igual, en la certeza de que no podrá decir más que insensateces. Y ésa es la postura del lehendakari, aunque también de la vice, Miami vice, que se quitó de encima las críticas del Círculo de Empresarios Vascos diciendo que no eran más que cuatro amiguetes que no representaban a nadie. Desde el luego su jefe va más allá, porque para eso es jefe, y no sólo se blinda contra las críticas sino que las utiliza para que refuercen su Proyecto. En el fondo, su Proyecto será más fuerte cuantas más críticas -o insultos- reciba, pero no porque vaya a hacer caso a nadie sino porque la Verdad Absoluta sólo puede resultar engrandecida cuando se la echa a los cerdos. De no tratarse del mejor chiste del mundo sería para tirarse de los pelos, o de las cerdas, ante semejante burla de los modos democráticos. Pero estamos aquí para reírnos, así que no nos resta sino aplaudir toda esa pantomima de consultas que el lehendakari de todos los ciclistas, señor Fernández, se ha montado.
Porque, si le bailan el agua, su Proyecto será más Proyecto y, si le echan jarros de agua fría, también. Claro que, ahí están esos tironcillos de orejas que le pegó el gran zar de los sindicatos Elorrieta para que se deje de quisicosas y pronuncie la emancipación sin Puerto Rico y sin complejos de esa gran patria del ombliguismo que es y será Euskal Herria. Y esto debe animarnos mucho, ser los que más nos miramos el ombligo del mundo. Porque esto de los ombligos está muy estudiado. Hay por ahí un profesor de la Universidad de Sidney que consiguió que le financiasen y publicase un estudio acerca de la formación de pelusas en los ombligos del mundo. Lo importante no es que semejante estudio haya merecido en su ramo el premio Ignoble, es decir el Nobel de las necedades, sino que haya puesto de manifiesto que en los ombligos hay pelusas. En los de todo el mundo, incluido el nuestro. Y, con los tiempos que corren, una pelusa significa mucho.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.