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División entre los propietarios

No parece existir unanimidad entre los principales accionistas de Fiat sobre como salir de esta crisis. Un sector parece decantarse por una venta de la filial de coches a GM lo antes posible. Sería la posición ilustrada recientemente por el presidente del grupo Paolo Fresco, en una entrevista al diario económico estadounidense Wall Street Journal en la que, de forma críptica, aseguró, 'todas las opciones están abiertas' en la negociación con los estadounidenses.

Tras esta declaración las acciones subieron inmediatamente en la Bolsa de Milán, demostrando hasta que punto es bien acogida la opción de la venta a la casa de Detroit por muchos accionistas. Pero frente a estos pequeños propietarios temerosos de perder su dinero, se alza la familia Agnelli (que posee el paquete de control en Fiat con algo más del 30% de los títulos) partidaria de llevar adelante una reestructuración de la empresa que sirva para remontar la crisis.

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En este sentido se pronunció este fin de semana, Clara Agnelli, una de las hermanas del presidente honorario del grupo, Gianni Agnelli, gravemente enfermo. 'A todos los empleados de Fiat les digo que tengan confianza. Saldremos juntos de esta crisis', señaló, en su calidad de propietaria del 2'2% de las acciones. Para la Familia, aseguró, 'la fábrica de coches no es sólo un patrimonio privado sino un patrimonio histórico'. Palabras que sonaron a música en los oídos de Sergio Chiamparino, alcalde de Turín, la ciudad donde surgió el imperio y donde se concentra todavía el grueso de la producción, en la planta de Mirafiori (junto a la moderna planta de Melfi, en el sur del país).

Para Chiamparino, una venta rápida de la firma equivaldría a malvenderla y probablemente traería aparejado tarde o temprano el desmantelamiento de todas las plantas de producción. La misma preocupación han expresado los sindicatos. El sábado, el ex líder de la CGIL, hoy empleado de la Pirelli, Sergio Cofferati, declaró que los despidos no son la solución a los problemas de Fait Auto.

Las otras dos grandes centrales sindicales, hasta ahora separadas de la más radical CGIL, coinciden completamente en el análisis. Ayer se decidió una nueva huelga de doce horas de duración en la planta de Termini Imerese, a unos 30 kilómetros de Palermo.

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