Las universidades asumen la integración
Algunos alumnos discapacitados eludirán este año el gasto de la matrícula universitaria
Cada año aumenta el número de estudiantes discapacitados en las aulas universitarias. El año pasado se matricularon en las universidades públicas valencianas 753 alumnos con deficiencias auditivas, visuales, psíquicas y motoras, según datos ofrecidos por las universidades. Cifras que han crecido en estos años.
En algunas universidades más que en otras. En la Universidad de Valencia se ha pasado de 59 alumnos con discapacidad en el curso 1994, a 269 el pasado curso. En la Universidad Miguel Hernández de Elche, de 59 personas en 1999-2000 se elevó a un centenar, un año más tarde. En la Universidad Jaume I tienen censadas 92 personas. La Unitat de Suport Educatiu, que gestiona el asesoramiento y ayuda al discapacitado, se creó hace una década. Entonces sólo atendía a una persona.
En otras universidades como en la Politécnica de Valencia y en la de Alicante, la relación de alumnos deficientes físicos y psíquicos se mantiene más constante, el último curso fueron 160 y 131, respectivamente, aunque siempre al alza. Un año antes, el número quedó fijado en 130 y 123. 'Los discapacitados optan menos por carreras técnicas porque las dificultades son mucho mayores', explica Pedro Ramiro, responsable la Fundación CEDAT, encargada de gestionar el servicio de ayuda al discapacitado en la Politécnica. De hecho, agrega 'no tenemos ciegos. Imagínese las trabas que podría suponer para un arquitecto', puntualiza.
Con respecto al número, Domingo Martínez, técnico y psicólogo del Centro de Ayuda al Estudiante de la Universidad de Alicante hace alusión a un iceberg para ilustar el fenómeno: 'Sólo vemos la parte del alumnado que sobresale', indica, 'la capa que está debajo la descubrimos cuando los estudiantes perciben que manifestar su discapacidad les reporta beneficios', señala.
Porque se censa a los discapacitados, fundamentalmente, a través de la matrícula. En los casos no manifestados se trabaja a demanda. 'Muchas veces es el propio discapacitado quien no declara su condición, porque considera que no sirve para nada', revela el vicerrector de Asuntos Sociales, de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Francisco José del Campo. El colectivo de sordomudos tiende a omitir este dato. Una observación que recalca Olga Cardo, responsable de la unidad de la Universidad Jaume I: 'Me preocupan más las barreras académicas, que las físicas y la problemática de los sordos es muy particular', indica. 'Porque todo el mundo percibe si alguien es ciego o tiene una dificultad motora, pero una persona con deficiencias sonoras puede pasar desapercibida, o bien como un sujeto introvertido'. La directora de la unidad aclara que los universitarios con carencias auditivas tienen un vocabulario menor y dificultades en la comprensión de los textos escritos, sobre todo, con las palabras abstractas.
Para integrar a los universitarios cada universidad se apaña por sí sola. Celeste Asensi, coordinadora de la Asesoría Universitaria de Estudiantes de la Universidad de Valencia indica que 'existen normativas estatales de cómo tratar a los discapacitados para primaria y secundaria que se extinguen al llegar a la universidad'. La responsable asegura que, al menos, en los demás niveles educativos se regulan los recursos, si son suficientes es harina de otro costal.
Este año, como novedad, algunos discapacitados eludirán el pago de la matrícula. Según la Ley 9/2001, de 27 de diciembre, 'estarán exentos del pago de las tasas reguladas en el presente capítulo los sujetos pasivos afectados por una discapacidad igual o superior al 65% o igual o superior al 33% siempre y cuando, en este último caso, los ingresos anuales brutos de su unidad familiar no superen los 60.101'22 euros'. Lo que las universidades no saben es si será a su costa, porque la Consejería no les ha comunicado que vaya a sufragar las matrículas.
'Hay bastante precariedad en los servicios porque han nacido desde el voluntarismo de la universidad', asevera categóricamente Domingo Martínez, técnico de Alicante. 'En algunas universidades emergieron de departamentos de algunas facultades, que han conseguido tirar de la Administración'. Ello justifica que en algunos casos se sustente en una sóla persona contratada y voluntarios. Anualmente, desde hace siete años, los coordinadores de las unidades de discapacitados de las universidades españolas se reúnen para abordar la evolución del colectivo de discapacitados.
Sergio Tabido estudia Informática en la Universidad Politécnica de Valencia. La universidad le ha buscado un trabajo temporal en la Sala de Exposiciones del Rectorado donde informa al público. 'Es díficil decir si la universidad va por delante o por detrás de la sociedad, porque está en ella y exige la misma concienciación social', enfatiza, 'pues de nada sirve que la universidad haya dispuesto de aparcamientos específicos, si los usuarios obstruyen las rampas'.'En algunas cosas la universidad va delante, aunque le queda mucho camino'.
Las universidades valencianas prestan material adaptado: emisoras FM para sordos, cuyo precio asciende a 3.000 euros y, para facilitar los apuntes a los ciegos existen unas libretas autocopiativas. En la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia hay una sala informática adaptada con ordenadores dotados de sintonizadores de voz para ciegos, teclados sistema braille e impresoras para los mismos. 'Preferimos poner la necesidad en cada escuela, porque no queremos crear guetos', comenta Ramiro de la Politécnica. 'El caso más grave es el de un alumno tetrapléjico de Bellas Artes, con una sala con camilla y ordenador para él, y con los cambios posturales, le ayuda un estudiante que recibe créditos'.
En Alicante existe un autobús adaptado pagado por la universidad. Y en casi todas las universidades existen becas de transporte. Los voluntarios son fundamentales en este entramado. La Universidad de Valencia cuenta con 125, la Universidad Politécnica con un centenar, y en Alicante, por ejemplo, son los discapacitados los que se han asociado en favor de sus derechos.
Otra iniciativa encomiable es el último premio BP Oil de la Universidad Jaume I de Castellón, que ha ganado una agencia de viajes de servicios integrados para discapacitados. Seis universitarios y cuatro discapacitados han creado la empresa que ha percibido por el premio 7.500 euros para su puesta en marcha y 1.500 para los ganadores.
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