El florero
Desde el independentismo más radical y violento hasta el autonomismo inmovilista, todo el espectro político dice hablar en nombre de un pueblo. Resulta sorprendente tanto conocimiento por parte de quienes tan poco escuchan y menos preguntan. Esta sociedad nuestra parece el florero que adorna todos los discursos. ¡Ya está bien de tanto apropiamiento indebido de la voluntad colectiva¡ ¿Dónde está el problema en preguntar? Vivimos en una democracia tutelada que sólo demanda (cuando está obligada a ello cada cuatro años) a los ciudadanos su adhesión a un determinado programa presentado por partidos protegidos en sus organigramas por listas cerradas; una democracia acomplejada, no sé si por su juventud y relativa inexperiencia.
En estos últimos años hemos visto cómo se han tomado decisiones de una importancia trascendental para todo un país sin que se nos haya hecho ninguna consulta. Qué diferencia con algunas democracias nórdicas a las que queremos asemejarnos¡ Al sano ejercicio de debatir y preguntar hay quienes lo llaman 'populismo plebiscitario'. Me pregunto quién puede tener miedo a la respuesta del pueblo vasco sobre qué quiere para su futuro.
Confío en no olvidar la frase que un eminente miembro de esta sociedad, ex consejero del Gobierno vasco y hombre de empresa, me dijo cuando le mostraba mi asombro por la respuesta a proyecto en el que me apoyó: 'Somos gente a la que nos gusta construir'. Pues eso, construyamos.
