EE UU: bono, bonito, caro
El mercado de bonos es habitualmente considerado como un buen indicador de las expectativas financieras y económicas de un país. Por ello, preocupa su reciente evolución en EE UU, donde los tipos de interés en el plazo de 10 años se han situado en mínimos desde 1958. Una situación que contrasta con la observada en 2001. En efecto, durante el año pasado, las bajadas de tipos de interés oficiales, desde el 6,5% hasta el 1,75%, no se tradujeron en reducciones de los tipos de largo plazo, que terminaron el año en el 5,1%, esto es, en su nivel de enero.
Las expectativas de recuperación de la actividad sustentadas en esta agresiva actuación de la política monetaria, se reflejaron en un aumento de la pendiente de la curva de deuda. Sin embargo, en el transcurso de 2002, sin bajadas adicionales de tipos oficiales, los tipos de interés a 10 años han descendido hasta el 3,6% actual.
Dado que el riesgo de deflación en Estados Unidos es bajo, sus bonos están demasiado 'caros'
La incertidumbre generada por la intensidad y la duración de las caídas de precios bursátiles, por la tensión bélica y por los efectos sobre la actividad del aumento del precio del petróleo, están impulsando una entrada mensual de fondos en el mercado de bonos estadounidenses que triplica a la observada en 2001. La deuda del Tesoro se convierte en el activo refugio para los inversores. Con ello, sus precios aumentan significativamente, e incluso se empieza a considerar que existen indicios de una exuberancia irracional en el comportamiento de los inversores. Unos tipos de interés de largo plazo como los actuales, o incluso inferiores, sólo estarían justificados si se anticipa un escenario de deflación y de doble recesión. Este escenario vendría precedido de una brusca desaceleración del consumo y de los precios del sector inmobiliario, finalizando así el periodo de inusual crecimiento que ambos han venido mostrando en esta fase del ciclo económico.
Aunque a corto plazo la incertidumbre sobre la evolución económica en EE UU podría seguir presionando a la baja a las rentabilidades, hay bases suficientes para dar una reducida probabilidad a esta situación de recesión-deflación a la japonesa. En primer lugar, el importante crecimiento de la productividad, la flexibilidad de los mercados de bienes y factores y la solidez del sistema financiero en EE UU. En segundo lugar, parece razonable prever un crecimiento en 2003 similar o ligeramente superior al de este año. En tercer lugar, la desinflación en algunos sectores, ligada a la fortaleza del dólar, a la creciente competencia y a las ganancias de productividad, no implica una deflación. Por último, en un contexto de deterioro de las finanzas públicas, la oferta de bonos aumentará, lo que debe presionar sus precios a la baja. Todo ello lleva a pensar que los bonos están ahora demasiado caros.
Mayte Ledo es economista jefe para OCDE y Mercados del Servicio de Estudios del BBVA.
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