El 'síndrome Stoiber'
Mas y Maragall visitan Castelldefels tres días después del inicio del temporal
El pasado 25 de agosto, el canciller Gerhard Schröder pasó a encabezar, por vez primera en muchos meses, los sondeos de las legislativas alemanas. Las urnas lo confirmaron el 22 de septiembre. El motivo era sencillo: mientras que él visitaba de forma inmediata las ciudades devastadas por las inundaciones del pasado verano e instalaba en ellas su cuartel general, su rival, el democristiano Edmund Stoiber -que partía como favorito-, prefería no interrumpir sus vacaciones en la pequeña y elegante isla de Juilt, en el mar del Norte. 'Yo no hago turismo de inundaciones', ironizó el conservador bávaro, que se trasladó al escenario de la catástrofe con varios días de retraso.
En la precampaña catalana, los candidatos parecen estar más seducidos por la línea de Stoiber que por la de Schröder. Lo ocurrido en las ciudades ribereñas del Elba, Danubio, Saale y Mulde el pasado mes de agosto supuso una enorme devastación, sin comparación posible con lo sucedido en Cataluña tras las lluvias torrenciales de esta semana. También es evidente que los cánones por los que se rigen los políticos catalanes no son los de Schröder. Al menos eso parece tras las inundaciones provocadas por las lluvias torrenciales en Castelldefels (Baix Llobregat). Tanto el candidato socialista, Pasqual Maragall, como el conseller en cap y delfín de Jordi Pujol, Artur Mas, decidieron visitar la localidad afectada ayer: tres días después del inicio de las lluvias torrenciales. Maragall fue el primero. Lo hizo, sin fotógrafo, por la mañana, pero estuvo menos tiempo que su contrincante, Mas, que se desplazó al lugar de los hechos unas horas más tarde.
Pero Mas optó finalmente por la no ostentación. Tras anunciar su gabinete de prensa que los medios podrían disponer de fotografías del candidato convergente conversando con los bomberos o reunido con el alcalde, al cabo de una hora ya había problemas de transmisión. Media hora después, las fotos 'se habían borrado'. Y es que las experiencias de Mas con el mundo de la imagen no son buenas. En la federación nacionalista y en el Gobierno catalán no faltaron críticas por la fotografía del conseller en cap vestido de piloto en las 24 horas de Barcelona, el pasado 14 de septiembre. A esa fotografía había que añadir otra de más calado político: la tomada el pasado 14 de diciembre. Esa noche, en que el consejero de Interior, Xavier Pomés, aconsejó no salir de casa debido al riesgo de nevadas, que acabaron incomunicando a media Cataluña, Artur Mas acudió a una discoteca de Vilassar de Mar. Con estos precedentes, ayer se imponía la prudencia.
Pero ayer no fue Mas el único que hizo ostentación de esta virtud. El socialista Antoni Padilla, que está al frente del Ayuntamiento de Castelldefels y se autodefine como el alcalde a quien más le ha llovido, aseguró: 'Tanto el conseller en cap como Maragall han venido en cuanto han podido; yo no les habría podido atender si su visita se hubiera producido en pleno temporal'.
Padilla manifestó que Maragall le llamó el primer día. 'Me dijo que una vez que se hubiera calmado la situación quería tener una entrevista conmigo. Hoy [por ayer] por la mañana me ha llamado y ha venido hacia mediodía', apostilló Padilla. El alcalde de Castelldefels agregó que Mas le telefoneó el jueves por la noche para concretar la entrevista para ayer.
En el PSC justifican el retraso de la visita de Maragall argumentando que se trata una decisión estratégica tomada hace tres años. 'No nos gusta hacer electoralismo con las catástrofes'. Los socialdemócratas alemanes lo entienden de otra manera.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.