Tras las pistas de los delitos
Los agentes de los laboratorios de Criminalística de la Guardia Civil analizan los casos importantes ocurridos en España
La serie CSI emitida por Telecinco y AXN (Canal Satélite Digital y redes de cable) se ha convertido en líder de audiencia durante semanas. Este programa se basa en la forma en qué investigan los especialistas de Policía Científica los crímenes que ocurren en Estados Unidos. Ese trabajo lo desarrollan en España policías y guardias civiles especializados en materias tan diversas como balística o análisis del ADN.
La entrada en los laboratorios centrales de Criminalística de la Guardia Civil, con sede en Madrid, sorprenden por la cantidad de aparatos técnicos y de ordenadores en los que basan su trabajo los investigadores. 'Cuando nos llegan las muestras, nosotros no sabemos a qué caso pertenece. Hacemos el peritaje que nos dicen y damos unas evidencias, sin llegar a conclusiones definitivas. Para eso están los jueces', explica uno de los responsables.
'Al especialista jamás le suple ninguna máquina por buena que sea', señala un mando
Uno de los más llamativos es el de balística, donde los guardias civiles estudian los casquillos, las balas y las armas utilizadas en los crímenes. Para ello, las comparan con las bases de datos ya existentes para saber si una pistola, por ejemplo, ha sido utilizada en un robo o en un asalto. 'Cuando una pistola expulsa un casquillo, siempre le hace las mismas marcas. Es como la huella digital de las personas, que no hay jamás dos iguales', explica el responsable del departamento.
Esta parte de Criminalística analiza una media de 80 casos. Siempre le tocan los casos 'más difíciles', entre los que se encuentra los de terrorismo. Uno de los casos más difíciles fue el de un guardia civil que mató a un taxista en Paracuellos del Jarama (Madrid). Cuando los agentes comprobaron que el casquillo pertenecía a una marca sólo utilizada por las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, les tocó disparar todas las pistolas del instituto armado en la región madrileña. Al final, fue arrestado y culpado un agente destinado al aeropuerto de Barajas.
Los especialistas comprueban casquillos recogidos en la escena de un delito con las armas recuperadas para saber si coinciden. Para ello se valen de potentes microscopios y de un ordenador que rastrea las pruebas. 'Eso sí, al especialista jamás le sustituye una máquina por buena que sea. Después hay que verlo al detalle antes de emitir un informe', concluye este mando.
En la misma sala, coinciden los técnicos de fotografía, de identificación (huellas dactilares) y de grafística. Éstos últimos se encargan de controlar las posibles falsificaciones de papel moneda o las firmas de documentos públicos. Así comprueban si un cheque ha sido firmado por una persona distinta del titular de la cuenta, por ejemplo. 'Vemos la inclinación de las letras, la presión que ejerce al escribir o si los trazos empleados son los mismos', comenta un técnico.
Uno de los departamentos que más han revolucionado las investigaciones en los últimos años ha sido el de ADN. Gracias a la huella genética se han descubierto a criminales de todas las clases. Una gota de sudor, la colilla de un cigarrillo o restos de semen son algunos de los fluidos que contienen el ADN. Las muestras se guardan a cuatro grados en una cámara hasta que son analizadas.
'Nos han mandado hasta trozos de barco para analizar restos de sangre', confiesa un guardia llamado Michel. Después se extrae el fluido corporal y se analizan 15 marcadores del ADN que permiten una fiabilidad del 100%. 'Es más fiable incluso que la huella digital porque las combinaciones genéticas son infinitas y no se repiten', concluye.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.