Los 'manteros' de Embajadores se pelean por conseguir el mejor sitio
Vecinos y comerciantes se quejan de la inseguridad de la zona
'Esto es inaguantable, no se puede pasar y, día a día, esto empeora, porque cada vez llegan más', se lamenta Joaquín, uno de los vecinos. 'Llegan por la mañana, a eso de las ocho, y marcan con tiza o con una tela los lugares donde más tarde instalan sus puestos', relata.
El problema aparece cuando alguno de los manteros no respeta las señales y se coloca en un lugar no pactado. Entonces empiezan las peleas y discusiones. 'Normalmente sólo hay discusiones, pero el otro día llegaron a más', explica. La semana pasada comenzó una pelea a eso de las ocho y media de la mañana, a las nueve seguían discutiendo y a las once, 'uno de ellos decidió finalizar el encontronazo tirando a otro un frasco de aguarrás por la cara'. Joaquín recuerda también cómo en junio se produjo otra reyerta entre unas 12 personas y dañaron parte de un quiosco de prensa.
Los vecinos consideran la toma de las aceras como algo incomprensible y reclaman que el gobierno municipal 'tome medidas para acabar con esto'. Otros, como María, reconocen la incomodidad que supone la proliferación de vendedores, pero al mismo tiempo entona el mea culpa. 'Tengo que reconocer que yo también he comprado en el top manta y mi hijo me tiene la casa llena de compactos de estos puestos', añade.
Muchos son los que compran: tres compactos pirateados salen por seis euros, y dos DVD ilegales cuestan 15. También se puede conseguir una copia de una camisa de Ralph Lauren por 15 euros, una cartera, calcetines, collares o relojes de marca.
Policía de vez en cuando
Los que tienen que atravesar todos los días las zonas invadidas por los top manta están hartos y asustados. 'Es verdaderamente insoportable, no es normal que la policía sólo aparezca de vez en cuando, que los manteros recojan sus trastos, se queden a unos metros y a los diez minutos de desaparecer el coche patrulla vuelvan otra vez a colocar los tenderetes', reclama indignada una jubilada que pasea con su nieto de nueve años.
Pero, además, no es éste el único problema al que se enfrenta el barrio. A escasos metros de la glorieta, en las calles adyacentes, se ha creado un lucrativo negocio de traslado de drogodependientes que no tienen medio de transporte hasta los puntos de venta de droga de la ciudad, los llamados coches cundas. Por cuatro euros, el cliente monta en un vehículo desvencijado que le acerca hasta los hipermercados de la droga. Luego le trae de vuelta.
Todo ello, a la puerta de una sucursal de un banco, que ha perdido clientes por culpa de ser punto de encuentro de los drogadictos. Los empleados han constatado que el cajero registra un 50% menos de operaciones desde que la plaza se ha llenado de vendedores ilegales y drogodependientes.
El dueño de un bar cercano muestra una carta firmada por Eva Durán Ramos, concejal presidente de la Junta Municipal de Arganzuela, fechada el 8 de julio, donde, en contestación a una carta de comerciantes y vecinos en la que comentaban el problema que padecían, les aseguraba que había pedido a la Policía Municipal que actuase 'en consecuencia'. Pero hasta ayer todo seguía igual.
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