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Reportaje:

Un clarinetista en Mauthausen

Granada distingue a los prisioneros de los campos de concentración nazis

A los 22 años conoció la maldad humana en estado puro. Antonio Pastor es uno de los escasos supervivientes de los miles de españoles que fueron prisioneros de los nazis en el campo de concentración de Mauthausen (Austria). Ahora tiene 83 años y se dedica a escribir sus memorias, dar conferencias y 'hacer hasta lo imposible para conseguir que la historia de los que estuvimos en aquel sitio no se olvide jamás'.

Pastor no tiene sed de venganza a pesar de haber sufrido y presenciado algunas de la mayores atrocidades humanas que se hayan cometido nunca. Su objetivo es cumplir la promesa que se hicieron los supervivientes de dar testimonio de lo visto 'para que nunca se vuelva a repetir en la historia nada semejante'.

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El archivo del horror

Este antiguo prisionero ha pasado decenas de años en España sin que nadie se acordara de su calvario, pero en los últimos tiempos la sociedad española ha comenzado a recordar a las personas que sufrieron en los campos alemanes, aunque la mayor parte de ellos no ha tenido tiempo de ver este reconocimiento.

El Ayuntamiento de Granada ha decidido distinguir con el Diploma al Mérito de la ciudad a los granadinos que fueron prisioneros de Mauthausen. El único que permanece vivo es Antonio Pastor, que, a pesar de ser albaceteño de nacimiento, ha asentado su vida en esta ciudad.

Cuando Antonio relata la historia de su vida lo hace con una mezcla de humor ácido, rabia y tristeza. Un cúmulo de casualidades lo llevaron hasta el campo alemán, donde al final la música y la intervención de un sacerdote salvaron su vida.

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Su afición por el clarinete desde que pertenecía al coro de Almansa (su pueblo natal) lo llevó a ser director del coro del campo de concentración francés de Vernet y miembro de la orquesta de este lugar, con la que acompañaban a los contingentes de deportados hacia Alemania.

En uno de esos viajes a Mauthausen los alemanes descubrieron que varios de los miembros de la orquesta eran judíos y los dejaron a todos como prisioneros, incluido Pastor. 'Y allí comenzó lo indescriptible'.

Durante el año que tuvo que pasar allí su trabajo consistía en transportar carretas llenas de cadáveres a pesar de los escasos 29 kilogramos que pesaba su cuerpo en esos días, los peores de su vida. Su única comida era caldo y agua manchada con un tizón de lumbre.

El sacerdote responsable del coro de Vernet ejerció sus influencias para sacar a Pastor de Mauthausen y éste decidió arriesgarse a volver a España a pesar de su pasado de soldado republicano. Después de recorrer varias cárceles franquistas Antonio consiguió un premio literario de 100 pesetas y un mes de permiso con los que regresó a su pueblo para encontrarse con su madre y su novia, Angelita. 'Con ella me casé y hemos sido felices', concluye Antonio su historia épica.

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