Argullol presenta su ensayo premiado por Casa de América
Para Rafael Argullol (Barcelona, 1949) no es nada nuevo meterse en el berenjenal de la mezcla de géneros y encontrar el tono necesario que el ensayo exige para explorar cualquier aspecto de este mundo ancho y diverso. Lo ha hecho en muchos de sus libros anteriores, y lo ha hecho también en el último de ellos, Una educación sensorial. Historia personal del desnudo femenino en la pintura, que obtuvo el I Premio de Ensayo de la Casa de América y el Fondo de Cultura Económica.
Argullol recibió ayer, de manos de Asunción Ansorena, directora de Casa de América, el cheque por valor de 11.800 euros que premia su trabajo, pero sobre todo vio el libro impreso, en Fondo de Cultura Económica, que ha sabido combinar con acierto las imágenes con el discurso literario. Fue un jurado presidido por Fernando Savater
el que se inclinó por su trabajo, entre 89 obras presentadas al premio, el pasado mes de junio.
'Escribí este ensayo después de haber publicado Davalú o el dolor', explica Argullol, 'un libro en el que daba cuenta de lo que para mí significó el mal cervical que padecí y que me complicó la existencia de forma radical. Frente a la vivencia del dolor, lo que quería era volver a celebrar el placer. Y de eso trata Una educación sensorial'.
Rafael Argullol vuelve esta vez a ensayar un tipo de escritura que ha frecuentado en obras anteriores y donde no es fácil separar lo narrativo de lo estrictamente ensayístico. Más aún, subraya el carácter autobiográfico del libro. 'Por un lado, reconstruyo las vivencias de un adolescente de unos 13 años que, por las circunstancias del tiempo que le tocó vivir, tiene su primer contacto con el erotismo a través de su relación con una vieja Enciclopedia de Arte de su abuelo'. Eran otros tiempos, y Argullol apunta que esa enciclopedia era la que publicó Pijoan en Salvat y que no era difícil de encontrar en muchas bibliotecas de las familias españolas de aquel momento.
Dos miradas
'Así que este joven se inicia en la vida sexual a través de las láminas de desnudos de un libro de arte. Pero este ensayo recoge también otra perspectiva: la del adulto que evoca aquella experiencia y que se embarca en el desafío de reconstruirla. Es, por tanto, también una reflexión sobre la estética, sobre la historia de la pintura (sobre todo occidental). Igual parte de la Venus del espejo, de Velázquez, y desde allí se acerca a Matisse...'. 'Se trata en definitiva', subraya Argullol, 'de profundizar en un tipo de conocimiento no utilitario, un tipo de conocimiento que tiene su origen en el placer'.
¿Cómo entiende, pues, el género ensayístico? 'Creo que se trata de una tentativa para expresar lo que ocurre cuando se ponen en contraposición el yo del autor con el mundo. Para mí, la literatura es experiencia más experimento. Y el ensayo es el molde que mejor recoge ese desafío. Pero no sólo en el mundo literario. Creo que también en el cine el ensayo es el género del futuro'.
Babelia
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