ETA mata a un guardia civil con una bomba oculta tras una pancarta
El atentado se produjo 12 horas después de la muerte de dos etarras en Bilbao
'El atentado de Leitza es una reacción a las muertes de Basurto', declaró ayer el consejero vasco de Interior, Javier Balza, en referencia al fallecimiento de dos etarras, el lunes por la noche, al explotarles 15 kilos de dinamita que transportaban en un coche en el barrio bilbaíno de Basurto. Sólo uno de los dos terroristas muertos pudo ser identificado ayer. Se trata de Hodei Galarraga, integrante del comando Guruntza, al que se atribuyen nueve asesinatos, entre ellos el del empresario José María Korta y el de Santiago Oleaga, directivo de El Diario Vasco.
Pese a las muertes de los dos etarras, Balza aseguró ayer que ETA mantiene intacta su infraestructura para matar en Vizcaya y en Navarra. El Ministerio del Interior sostiene por su parte que la banda terrorista preparaba una semana sangrienta con tres comandos operativos con órdenes de matar: el formado por los dos etarras detenidos cerca de Burdeos el viernes pasado, el integrado por los terroristas muertos en Basurto y el que asesinó a un guardia civil ayer en Leitza y dejó heridos a otros cuatro agentes. La trampa mortal de Leitza fue similar a la utilizada en el parque Etxebarria de Bilbao el 20 de noviembre pasado. En aquella ocasión, la bomba escondida tras la pancarta causó heridas a dos ertzainas que también acudieron a retirarla.
El rey Juan Carlos, entre otros, condenó el atentado: 'La libertad y la concordia han sufrido un nuevo ataque cruel y sin sentido'.
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