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Europa despegará hacia Marte el año que viene

Una nave de la Agencia Europea del Espacio partirá en 2003 para buscar agua e indicios de vida en el planeta rojo

Quince países se han unido a través de la Agencia Europea del Espacio (ESA) para mandar la primera nave europea a Marte. Un sueño hecho finalmente realidad para muchos científicos, aunque todavía queda la parte más difícil, la de conseguir que la misión transcurra sin fallos desde el lanzamiento, a mediados de 2003, hasta el final, casi dos años más tarde. Los precedentes no invitan al optimismo, dada la gran cantidad de naves (de Estados Unidos y Rusia) que se han perdido en ruta hacia el planeta rojo o a su llegada desde que se intentó por primera vez su exploración hace ya casi 40 años.

Sin embargo, las últimas misiones han devuelto la alegría a los que creen que Marte, el planeta más cercano a la Tierra y también el más parecido, merece una exploración pausada, completa, científica, sin intentar acortar plazos en busca de descubrimientos sensacionales, como los indicios de vida pasada o actual. Tras el éxito del pequeño robot todoterreno Pathfinder en 1997 y la pérdida posterior de dos vehículos estadounidenses, están en órbita de Marte dos naves de la NASA y pronto llegarán otras, entre ellas una japonesa y la europea Mars Express. Se prevé un verdadero atasco de tráfico en las comunicaciones, dado que todas estas nuevas sondas tienen una gran capacidad de toma de datos, por lo que se están mejorando las redes de la NASA y de la ESA, en un esfuerzo verdaderamente internacional que se aleja mucho de la primera etapa de la exploración marciana, basada en la rivalidad de la guerra fría.

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Donde sí existe cierta rivalidad es en el intento de popularizar el esfuerzo espacial europeo entre los que lo sufragan: los europeos, que conocen mucho mejor la NASA que la ESA. 'Las misiones espaciales no son sólo una muestra del esfuerzo científico europeo, sino también del desarrollo tecnológico de Europa, de su capacidad para emprender y llevar a cabo con éxito trabajos muy difíciles con la mejor tecnología disponible', explicó Antonio Rodotá, director de la ESA, en la presentación la pasada semana de la nave Mars Express, que está terminando de construirse en las instalaciones de Astrium, la empresa contratista principal, en Toulouse (Francia). Como un medio simbólico de popularizar la misión (Marte recibió su nombre del dios de la guerra: su color rojizo recuerda la sangre de las batallas), la ESA se ha unido a la empresa automovilística Ferrari y la sonda espacial llevará a bordo una muestra especialmente preparada de pintura roja Rosso Corsa de sus fórmula 1, muestra que ha sufrido todos los estrictos controles y pruebas requeridos para cualquier objeto que vuele al espacio. Ni la ESA ha pagado a Ferrari ni ésta a la ESA por esta iniciativa conjunta que quiere hermanar dos actividades de alta tecnología.

'Mars Express es el principio de la exploración europea del sistema solar', recordó en el mismo acto el director científico de la ESA, David Southwood. En total, Europa visitará nueve cuerpos celestiales (planetas, satélites, cometas y asteroides) en los próximos 10 años. Lo hará profundizando en las reformas del proceso industrial para la construcción de satélites científicos que ya ha puesto en marcha en la misión Mars Express, en la que se utilizan muchos de los elementos de otras dos misiones próximas a partir: Rosetta, con destino a dos asteroides y un cometa, e Integral, para el estudio de los rayos gamma. Su coste total, sin incluir los instrumentos, ha sido de 150 millones de euros, menor que el de otras sondas exploradoras. Algo necesario en una época de restricciones presupuestarias que han alcanzado también al programa científico de la ESA. Como cualquier otro programa espacial, Mars Express es un desafío, sobre todo un desafío tecnológico, pero también un desafío industrial', en palabras de Giuseppe Viriglio, de la empresa Alenia Spazio, contratista principal del satélite. Se trata de contener el coste y acortar los plazos (de ahí el nombre de Mars Express) sin dañar la calidad.

Los instrumentos son, al contrario que la mayor parte del satélite, muy especiales. Uno de ellos, la cámara, es la sucesora de la que iba en la nave Marte 96 (un ambicioso programa ruso con gran participación internacional) que resultó destruida tras el lanzamiento ese año. Su diseñador, el alemán Gerhard Neukum, dijo a este periódico que él es uno de los artífices de Mars Express porque convenció, junto a otros científicos, a los responsables de la ESA de aprovechar el trabajo hecho para esta misión rusa fracasada, en especial la cámara, en una futura misión europea a Marte que ahora se hace realidad. La cámara, estereoscópica, que puede distinguir detalles de menos de dos metros, se utilizará para producir un mapa geológico detallado del planeta. Los otros seis instrumentos experimentos contribuirán a estudiar con alta resolución y en tres dimensiones la superficie y la geología de Marte, revelar la estructura y, posiblemente, el agua que haya bajo la superficie (hasta cinco kilómetros, con un radar), determinar la composición y la circulación atmosféricas, y estudiar las interacciones entre la atmósfera y el espacio exterior.

Mención aparte merece el módulo de descenso Beagle, un proyecto británico de alto riesgo que hasta última hora ha tenido problemas presupuestarios y que recuerda otro que iba en Marte 96. El módulo se abrirá al llegar a la superficie y sus dos penetradores robóticos tomarán muestras del suelo y de rocas para analizarlas allí mismo en busca, entre otras cosas, de la firma química de los procesos biológicos (indicios de vida), en el pasado o en el presente. Neukum cree que le dejarán dirigir la cámara de la nave en órbita hacia este módulo, que se podrá distinguir únicamente por el brillo de la luz reflejada, sin que se llegue a ver, dado su pequeño tamaño.

La participación española -científica e industrial- en Mars Express ha sido pequeña, reconoció en Toulouse el director científico del proyecto, Agustín Fernández Chicarro. Han participado, al menos, el Instituto de Astrofísica de Andalucía (en Mars Express) y el Centro de Astrobiología (en Beagle), así como la división Casa Espacio de EADS, Alcatel Espacio y Astrium Crisa. Además, la Universidad Politécnica de Cataluña ha recibido la acreditación de ESA para coordinar las investigaciones en Europa.

Sólo falta esperar. El lanzamiento, a bordo de un cohete ruso Soyuz con la etapa Fregat, desde la base de Baikonur, en Kazajistán, está previsto para junio de 2003. La llegada a Marte será seis meses más tarde, tras recorrer 400 millones de kilómetros. Antes de la inserción en órbita se desprenderá el módulo Beagle. Luego, las observaciones durarán en principio un año marciano (687 días terrestres), durante el que la nave dará 2.293 vueltas a Marte en una órbita elíptica que le acercará hasta sólo 258 kilómetros de la superficie marciana.

Representación gráfica de la nave europea <i>Mars Express</i> en órbita de Marte con la larga antena del radar <i>Marsis</i> desplegada.
Representación gráfica de la nave europea Mars Express en órbita de Marte con la larga antena del radar Marsis desplegada.

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