Stoiber vuelve derrotado a Múnich sin realizar su sueño de canciller
Llega la hora de Angela Merkel como jefa de la oposición
El Partido Comunista Alemán (DKP), viejo fantasma de la historia alemana del siglo XX, logró el domingo un total de 3.923 votos de los casi 49 millones que acudieron a las urnas. Eso sí que es perder a lo grande. Pero la sensación de derrota de esos poco menos que 4.000 alemanes, obcecados en su fervor milenarista, no es nada comparado con lo que ayer sintieron millones de votantes de la CDU y CSU.
Los seguidores de la CDU/CSU vivieron su mayor pesadilla al constatar que se consumaba la continuidad de la coalición entre los socialdemócratas de Gerhard Schröder y Los Verdes de Joschka Fischer. Las caras descompuestas e incrédulas, en Múnich y Berlín, cuando sus líderes aún les insistían en que habían ganado ellos, eran un poema.
¡Tan cerca había estado la victoria! En julio, su ventaja era por lógica inalcanzable. Y el domingo mismo, los sondeos a pie de urna dejaban una y otra vez claro que la CDU/CSU gozaba de una sólida ventaja respecto a los sozis, el SPD, que no son sólo el adversario ideológico, sino el partido de un dirigente,Schröder, detestado por ellos como sólo lo ha sido antes otro socialdemócrata: Willy Brandt.
Como sucedía con Brandt, el militante democristiano alemán es más hostil al líder del SPD hoy que a la socialdemocracia en general. Saben que, como sucedía con Brandt, el hombre les es más peligroso que las siglas. Tenían razón. Stoiber, su candidato conservador y bávaro, se vuelve a Múnich y todos son conscientes de lo muy improbable que pueda volver a asomarse al escenario político nacional alemán. 'Edmund, Edmund, Edmund' fue recibido ayer en Múnich por miles de personas como un digno perdedor. Y un día después de frustrarse el sueño de convertir al Gobierno de socialdemócratas y verdes en un episodio menor, los democristianos alemanes tienen ya conciencia de que, evanescentes sus muy inciertas proclamas de ser la fuerza mayoritaria en el Reichstag, tienen que acometer una reordenación general de sus fuerzas para intentar ir reconquistando parcelas en elecciones municipales y de Estados federados que en realidad creían ya cautivas en una operación napoleónica el 22 de septiembre. Donde creían Austerlitz estaba Borodino.
El jefe del grupo parlamentario de CDU/CSU en el Bundestag, Friedrich Merz, dijo ayer lo que el domingo nadie quería pronunciar en su partido: 'Hemos perdido las elecciones federales'. Para entonces, eso era más que evidente. Pero también puede ser que el propio Merz haya perdido su cargo. La presidenta de la CDU, Angela Merkel, la menos damnificada por este fracaso, ya ha exigido públicamente su puesto como jefe de la oposición en el Parlamento. Ha llegado la hora de esta mujer germanooriental de apariencia torpe y cuya mayor arma es la forma en que adversarios en su partido y fuera de él la infravaloran. El día después, todos en la CDU y CSU saben que si Stoiber no ha logrado derrotar a Schröder ahora, no lo hará jamás. Merkel, que legó la candidatura a Stoiber en una operación que cada vez se antoja más sabia, tiene tiempo para esperar mejores constelaciones. Stoiber vuelve a su Baviera, donde el domingo obtuvo más del 60% del voto. No es mal retiro. Pero ni el recibimiento del domingo ni su poder mayestático en Múnich pueden ocultar la historia de un gran fracaso cuando las estrellas le eran tan favorables.
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