Dennis Hopper siente que todavía no ha hecho su gran papel
El artista recibió ayer el Premio Donostia
Ha actuado en más de 120 películas, ha dirigido siete y todavía siente que no ha hecho su gran papel. A sus 66 años, Dennis Hopper recibió ayer el Premio Donostia del Festival de Cine de San Sebastián, que le fue entregado por Julian Schnabel en el curso de una gala celebrada en el Kursaal. 'Estoy muy orgulloso de muchas de mis películas, de Easy rider, Terciopelo azul..., pero no he dirigido la gran película, ni he hecho el gran papel', aseguró este artista, que se define como un 'luchador que hace mucho que no lucha'.
'Es el premio que conceden a uno antes de la muerte. ¿No? Eso me han contado', bromeó ayer Dennis Hopper sobre la concesión de un premio que ha arrastrado una pequeña leyenda de gafe. 'No, es broma', se carcajea, 'coincidir aquí con Coppola y Wim Wenders, que han sido tan importantes en mi carrera, es todo un honor [trabajó a las órdenes de Coppola en Apocalypse now y La ley de la calle, y con Wenders en El amigo americano]. Estuve en este festival hace 22 años con Bigas Luna con la película Renacer, que hizo en Estados Unidos. San Sebastián es un sitio muy especial para mí, vengo con asiduidad a la casa de Julian Schnabel [pintor y realizador de cine]'.
Las extravagantes vida y leyenda de Hopper parecen ya lejanas. No niega que se ha drogado, que ha bebido -'llevo 20 años sin beber'-, que ha vivido y se muestra orgulloso de ello. Ahora se asemeja más a un estupendo y jovial jubilado americano, pero con muchas cosas todavía por decir y por hacer. Con una chaqueta azul clara, del mismo color que sus ojos, el director y protagonista de la mítica Easy rider, que está en San Sebastián con su hija Ruth Anne, asegura que vive muy bien. 'He caído en el síndrome Orson Welles, tengo la sensación de que vivo mejor de lo que me merezco. Mi carrera ha sido desigual. He tenido que hacer muchas películas de las que no me siento muy orgulloso para mantener a mi familia. He tenido momentos importantes, pero creo que todavía no he hecho el gran papel ni dirigido la gran película. Ese gran papel que siempre he buscado. Easy rider es, quizá, lo mejor que he hecho como director, pero es sólo una película, he estado años sin dirigir. La industria ha frenado mi carrera, no me han dejado dirigir mis películas', aseguró este cineasta, marginado y todo un superviviente en Hollywood. 'Soy, probablemente, un rebelde sin más'.
Un artista total
De lo que no se queja ni se arrepiente es de su vida. 'He pintado, he hecho niños, me he drogado, he tenido problemas con la bebida, pero todo ha sido maravilloso, tengo una mujer y unos hijos fantásticos', confesó este artista integral que, además, pinta y hace fotografías. 'Nunca he separado las cosas, una vida creativa es una vida creativa, en la que puedes incluir todo el arte. Si quieres ser director de cine, tienes que saber de interpretación, de fotografía, de pintura, de música, de moda, tienes que estar al día. Para mí, es algo natural'.
Hopper no hace distinciones entre el cine y la fotografía. 'Las siete películas que he dirigido forman parte de mi obra fotográfica'.
'Nunca es fácil ponerte en contra del poder establecido, pero es importante hacerlo'. Él lo hizo con Easy rider, primera película independiente de un estudio grande, un mito que todavía colea en el mundo entero. 'Me alegra ser identificado con esa película', reconoce. 'Era un hippy, un vaquero, y ahora estoy fingiendo ser un caballero'. Hopper siempre ha tenido problemas para financiar sus proyectos, pero, sin embargo, destaca que el mayor peligro está en la falta de distribución de cine independiente o cine extranjero en Estados Unidos. 'Hollywood controla la distribución en el mundo entero. Tenemos una industria de cine independiente sano que no consigue llegar nunca a las salas. Ése es el mayor problema. Consigues dinero para una película, la ruedas y luego ¿cómo llegas al mundo y a tu propio país? No puedes culpar sólo a Estados Unidos, porque muchas veces es dinero francés o alemán de empresas instaladas allí. Tengo la sensación de que hay países extranjeros que pierden su identidad porque no se ven sus películas. Recuerdo que, cuando era joven, en mi pueblo y en otras ciudades había salas de arte y ensayo donde se podía ver cine de fuera. Hoy día no hay ni una en todo Estados Unidos. Es una pérdida para el mercado de Europa y Asia, pero también para el público de los Estados Unidos. Lo mismo pasa con las películas independientes americanas, que se pueden ver en los festivales, pero no en tu pueblo'.
Sobre los atentados del 11 de septiembre y los efectos en su país, Dennis Hopper es claro y directo: 'Fue un día muy duro, pero no es nada que vosotros no hayáis visto antes. Ahora nos toca a nosotros. Ya está'.
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