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Columna
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Enhorabuena

Juan José Millás

¿Saben ustedes cómo se descongela un óvulo? Al baño María. Se coloca dentro de un recipiente, que a su vez se introduce en un cazo con agua, y todo ello se pone a fuego lento. Una vez blandito, se envuelve el óvulo en un paño húmedo para que se hidrate y adquiera la esponjosidad de un bizcocho, y se adereza con una pizca de espermatozoide, a modo de levadura. Luego se introduce la masa resultante en el horno o útero a la temperatura del cuerpo humano (unos 37 grados) y en nueve meses aparece un bebé. Así es como lo han hecho en una clínica de Barcelona sobre la que pesa una amenaza de 600.000 euros de multa. Y eso que la receta ha funcionado. ¿Qué habría sucedido si la masa no llega a subir?

Pero ha subido y dicen que el pastel es precioso: una niña de tres kilos de peso y de nombre María (quizá en homenaje a la técnica de descongelación empleada). A mucha gente le parece mal alumbrar de este modo. A mí me parecía poco natural también hasta que leí con detenimiento todo el proceso, que me pareció conmovedor. De pequeño tenían que ponerme en los oídos unas gotas que mi madre calentaba al baño María para que no me hicieran daño. Asocio desde entonces ese método de la cocina tradicional a una forma de amor. Se puede descongelar con odio una merluza en el microondas, pero ningún alfarero introduciría con odio en el horno una pieza calentada previamente al sol para que no sufra.

Esa niña, en fin, es producto del amor antes que de las técnicas de reproducción asistida. No cabe imaginar mayor mimo que el que se ha puesto en su concepción. Los obispos se han apresurado a condenar la receta, pese a lo sabroso del pastel, para alentar a continuación la violencia doméstica asegurando a los maltratadores que las palizas dadas dentro del santo matrimonio jamás serán causa de nulidad. Los obispos, desde la Inquisición a Franco, pasando por su adhesión a psicópatas tipo Videla o Pinochet, siempre han sido partidarios de las palizas. No saben, pese a la devoción mariana de la que presumen, relacionarse con la gente al baño María. Ahora se negarán, lógicamente, a bautizar a la recién nacida, por lo que le damos la enhorabuena a ella y a sus padres.

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Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

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