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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Baños en Granada

Con el título El agua como placer publicaba EL PAÍS-Andalucía (26/8/02) un artículo de la periodista Lola Quero en el que informaba de la apertura de baños en Granada que recrean los andalusíes.

En dicho artículo se hacen una serie de apreciaciones que me gustaría comentar. Nos dice la periodista que 'el declive y la desaparición de los baños' se produjo con la entrada de los castellanos en Granada, por lo que debemos pensar que ocurrió a partir de 1492. Lo cierto es que la prohibición del uso de los baños se realizó en tiempos de Felipe II, con la Pragmática de 1567. Si hubiera sido con Isabel de Castilla cuando los baños se destruyen y desaparecen, no hubiera tenido que promulgar Felipe II, 75 años después, una ley en que se prohíben.

La razón que nos da Lola Quero para la destrucción de los mismos es que los baños 'se convirtieron en un lugar peligroso desde el punto de vista político, pues los árabes podían reunirse y hablar sin tapujos allí'. Si leemos el Memorial que Nuñez Muley presentó a la Real Chancillería para pedir la suspensión de la ley, vemos que dice: 'Formáronse los baños para limpieza de los cuerpos, y decir se juntan allí las mujeres con los hombres, es cosa de no creer (...) Baños hubo siempre en el mundo por todas las provincias, y si en algún tiempo se quitaron en Castilla, fue porque debilitaban las fuerzas y los ánimos de los hombres para la guerra. Los naturales deste reino no han de pelear, ni las mujeres han menester tener fuerzas, sino andar limpias'. La razón que se aduce para prohibir su uso es la promiscuidad, muy en la línea del imaginario castellano sobre el hedonismo y la lujuria de los andalusíes. Lo cierto es que la prohibición y destrucción de los baños, que va acompañada en esta cruel ley, entre otras cosas, de la prohibición del vestido, así como de su música y cantares, es para acabar con la identidad cultural de los moriscos. Después de una cruenta guerra civil (1568-1570), Felipe II podrá darse por satisfecho, ha dejado la identidad morisca herida de muerte.

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