Elecciones y paro en Alemania
El ascenso de la socialdemocracia al poder en los años veinte y treinta del siglo pasado estuvo directamente ligado al desempleo masivo. La consolidación de la socialdemocracia en los años cincuenta y sesenta se debió a la puesta en marcha de un keynesianismo que permitió mantener crecimiento económico, subida de los salarios reales y pleno empleo. La gran hazaña de la socialdemocracia, construir el Estado de bienestar, sólo fue posible a partir del pleno empleo. Desde la segunda mitad de los setenta, los partidos socialdemócratas han tenido que elegir entre dos males, inflación o desempleo. Durante 30 años un paro de casi dos dígitos se come en ayuda al desempleo una buena parte del presupuesto. La socialdemocracia tuvo que abandonar el Estado de bienestar, sustituyéndolo por dos objetivos, recuperar el pleno empleo y frenar el desmantelamiento del Estado social, metas que comparte con los demás partidos de centro.
Desde finales del último año, la parte de la población alemana que se queja de un paro en aumento ha pasado del 39 al 50%. En septiembre de 1998 había registrados 3,97 millones de parados. Gerhard Schröder llegó a decir que si en las elecciones de 2002 el número de parados no estaba por debajo de los 3,5 millones -como se ve, fue bastante prudente- no valía la pena que lo reeligieran. Después de haber subido a 4,5 millones de parados en enero de 1999, a finales de 2000 casi había cumplido su promesa, pero en el verano de 2002, los parados habían superado los cuatro millones. Cuando la primera preferencia de la mayor parte del electorado es volver al pleno empleo, los Estados se han quedado sin políticas para realizar este empeño.
En cuando la conjunción de inflación con desempleo, sin crecimiento económico, hace tambalear la política keynesiana, la coalición liberal-democristiana desplaza en 1981 al Gobierno socialdemócrata de Helmut Schmidt. Así, Helmut Kohl logra contener la inflación e impulsar el crecimiento, pero manteniendo la misma tasa de desempleo. Durante 16 años no dejó de proclamar que la política de moderación salarial y bajada de impuestos llevaría consigo un descenso del desempleo. Pese a que no se obtuvieran los resultados previstos, a tres semanas de las elecciones, los democristianos, proponiendo la misma receta, logran mantenerse como el partido al que se le atribuye una mayor eficiencia económica y, por tanto, mayor capacidad de reducir el desempleo.
En los últimos 30 años, oscilando en medio millón, el paro en Alemania se ha mantenido bastante constante. La socialdemocracia no ha conseguido bajarlo, difuminándose la anterior identificación de socialdemocracia con pleno empleo; y los democristianos siguen predicando las mismas políticas que ya no dieron resultado en el período en que gobernaron. No ha de extrañar una pérdida creciente de credibilidad que se manifiesta, según los sondeos, en una menor participación electoral, lo que, sobre todo, perjudica a la socialdemocracia.
Quedan sólo dos discursos, uno que se utiliza en el Gobierno, que da razón de los factores externos y coyunturales por los que el desempleo no desciende, y otro, en la oposición, que oferta una política que se pretende eficaz en la lucha contra el desempleo. Los partidos mayoritarios, según se encuentren en el Gobierno o en la oposición, intercambian los discursos. Pareció que las grandes inundaciones que ha sufrido Alemania a mediados de agosto podían modificar todavía los resultados a favor de la coalición gobernante. En tiempos de desgracia, más vale lo malo conocido. Los verdes, los grandes perdedores el 22 de septiembre, podrían incluso recuperarse al dar las catástrofes naturales nuevo énfasis al discurso ecológico. Pese a las grandes pérdidas de la mayor inundación del siglo, las últimas encuestas indican que las cuestiones económicas ligadas al empleo siguen teniendo prioridad absoluta y que los desencantados del Gobierno prefieren las alternativas que promete la oposición a los planes oficiales. En todo caso, se han acortado las distancias, y todavía está por ver qué otros factores, aparte del desencanto que conlleva un larguísimo período de desempleo, influyen en las elecciones.
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