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ASTROFÍSICA | Explosiones estelares

Las entrañas de una supernova, observadas 20 años después

Los astrónomos estiman que más o menos cada 50 años una estrella explota como supernova en una galaxia. Se han observado ya alrededor de un millar de estos cataclismos estelares en galaxias distintas a la nuestra. Son tan potentes que durante varias semanas el brillo de la explosión supera el de toda la galaxia que la aloja. Sin embargo, sólo unas pocas supernovas se han podido observar pasados bastante años y con detalle suficiente como para entender bien lo que ocurre y poner a prueba los modelos. Una de ellas es la catalogada como SN1986J, aunque se produjo en 1982. El grupo del investigador español Miguel Ángel Pérez Torres (Instituto de Radioastronomía de Bolonia) ha observado la supernova y describe cómo el material expulsado por la estrella ha formado una envoltura que aún hoy se expande rápidamente, a unos 6.400 kilómetros por segundo.

Los buscadores de supernovas están atentos a la cercana galaxia M82

'Lo espectacular es que conseguimos ver la estructura de este material', explica Pérez Torres, que presenta sus resultados esta semana en la reunión de la Sociedad Española de Astronomía que se celebra en Toledo y los ha publicado en la revista británica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. 'Ésta es sólo la tercera radio supernova en la que la expansión se puede ver con detalle', afirma. Esta resolución se ha logrado gracias al uso coordinado de 14 radiotelescopios en distintas partes del mundo, entre ellos el VLA (integrado por 27 antenas colectoras).

La estrella que estalló y dio lugar a la supernova SN1986J era entre 20 y 30 veces más masiva que el Sol y está a unos 32 millones de años luz de distancia. Aunque fue descubierta por casualidad en 1986, en realidad la explosión se había producido cuatro años antes. Cuando se descubrió ya era muy débil en luz visible, pero no así en radio.

Estudiando el material en expansión se ha podido reconstruir a grandes trazos lo que ocurrió hace ahora 20 años. 'La estrella debía llevar bastante tiempo antes de la explosión expulsando al espacio, de forma lenta, materia que se expandía a un ritmo de un kilómetro por segundo. Cuando se produjo la explosión se expulsó materia mucho más rápido, que chocó contra la que ya estaba', explica Pérez Torres. Este impacto se produjo a una velocidad de entre 10.000 y 20.000 kilómetros por segundo y es el que genera la emisión en radio que se puede ver ahora, cuando los telescopios ópticos más potentes apenas ven ya la supernova.

Los astrónomos están especialmente intrigados por el hecho de que la envoltura en expansión no tenga una estructura del todo simétrica, que es lo que predice la teoría y también lo que se ha observado en otras supernovas. La clave puede estar en cómo la estrella expulsaba materia antes de la explosión. Por ejemplo, si lo hacía tosiendo, es decir, de forma irregular, cabe esperar que la estructura ahora observada también lo sea. ¿Por qué no se ha visto eso en las demás supernovas? Tal vez porque ésta es la primera supernova que se estudia tanto tiempo después de la explosión, postula Pérez Torres. Tras su descubrimiento la supernova sólo había sido observada una vez antes de ahora.

Pérez Torres vaticina que a partir de ahora se descubrirán cada vez más supernovas, gracias a los nuevos telescopios robóticos que rastrean el cielo de forma automática. Los buscadores de supernovas estarán especialmente atentos a la cercana galaxia M82: 'Se están formando muchas nuevas estrellas, y se han encontrado muchos remanentes de supernovas acaecidas hace unas décadas. La estadística nos dice que alguna supernova debe estar ya al caer; por eso hay mucha competencia', afirma Pérez Torres. Que se produzcan tan cerca, a sólo 12 millones de años luz, permitirá observarlas también con mucho detalle, y no sólo en el radio. El problema hasta ahora es que están demasiado lejos como para que telescopios ópticos las observen con detalle suficiente para ver su estructura.

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