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Reportaje:REPORTAJE

Corrupción y nepotismo en Palestina

Desde su creación en 1993 a través de los Acuerdos de Oslo, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha ido absorbiendo anualmente cuantiosas donaciones, pero nadie, con excepción quizá de su presidente, Yasir Arafat, sabe exactamente cuántos miles de millones de euros han entrado en sus arcas públicas ni dónde han ido a parar. A pesar de estar regulado por ley y de que exista una comisión ad hoc dentro del Consejo Legislativo (Parlamento interino de la ANP), los presupuestos generales sólo fueron hechos públicos en una ocasión, en el ejercicio fiscal de 1997, para a partir de ahí volver a convertirse en una cuestión interna, sólo conocida por Arafat y alguno de sus más estrechos colaboradores.

A mediados de 1999, 20 intelectuales publicaron un breve panfleto titulado 'Un llanto a la nación' en el que condenaron la rampante corrupción
Nunca se cuestionó que el hijo de Ariel Sharon actuara como representante de los inversores israelíes en sociedades con intereses en el casino de Jericó
Sharon encomendó a su hijo Omri, de 38 años, varias 'visitas especiales' a Arafat, con quien se reunió en varias ocasiones en los primeros meses de su mandato
Tras la primera reocupación de la ciudad de Ramala, Rashid dio orden de vaciar las cajas fuertes y comenzó a llevarse al extranjero millones de dólares

Durante los años de las vacas gordas, nadie parecía estar interesado en escrutar las cuentas de una entidad que cumplía con la principal misión que se le había encomendado en Oslo: garantizar la seguridad de los ciudadanos israelíes y mantener a raya a las organizaciones radicales, sobre todo a la rama extremista del Hamás y la Yihad Islámica. Mientras eso fue así, los principales patrones del proceso de paz -Estados Unidos y la Unión Europea- no tuvieron ningún recato en mirar para otro lado, como si nada estuviera pasando, a pesar de que eran conscientes de las evidentes disfunciones que empezaba a presentar. El nepotismo y la corrupción comenzaban a reproducirse a la misma escala, e incluso superior, que anteriormente presentara su predecesora y matriz, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).

La falta de unos criterios rigurosos de condicionalidad y de transparencia a la hora de entregar las donaciones -ya fueran las soviéticas, las chinas o las de las monarquías del Golfo a la OLP primero, o las estadounidenses, europeas o japonesas a la ANP después- facilitó que la corrupción se extendiera como un cáncer por gran parte de su organigrama político y administrativo, llegando hasta los niveles más inferiores. Y dada la complicidad entre la cúpula y la base de la pirámide, nadie quería alzar la voz desde dentro, en parte por ser estómagos agradecidos, y en parte por miedo a las represalias.

En el caso israelí tuvo lugar un fenómeno similar. En tanto en cuanto la Autoridad hizo sus deberes antiterroristas, a nadie se le pasó por la cabeza condicionar la devolución de las retenciones del IVA de los productos palestinos exportados a través de puertos y aeropuertos israelíes, ni del impuesto de la renta aplicado a los jornaleros palestinos que trabajaban legalmente en la construcción, la agricultura y las infraestructuras israelíes. Sin embargo, desde el comienzo de la Intifada, estas partidas, que les han sido retenidas, ascienden a más de 600 millones de euros. Así como tampoco se cuestionó que el hijo del actual primer ministro, Ariel Sharon, actuara a modo de representante de los inversores israelíes que participaban en sociedades mixtas que reportaban jugosos réditos a la Autoridad, como, por ejemplo, el casino de Jericó.

Alarmas ignoradas

Las acusaciones de corrupción y las llamadas de atención sobre el problema ya habían tenido lugar antes de que comenzara la llamada Intifada de Al Aqsa a finales de septiembre de 2000. La principal alarma fue dada por un colectivo de intelectuales palestinos de diversas adscripciones profesionales y tendencias políticas, que fue conocido como el Manifiesto de los 20.

A mediados de 1999, estos 20 intelectuales, distribuidos por diferentes ciudades de Cisjordania y la franja de Gaza, publicaron y firmaron un breve panfleto titulado Un llanto a la nación, en el que condenaron la rampante corrupción, el fraude y la mala gestión de los caudales públicos que comenzaban ya a detectarse en la ANP. Entre ellos, destacaron el ex ministro de Agricultura Abdel Jawad Saleh, el economista Adel Samara y el catedrático de Ciencias Políticas Abdel Satar Qasem (este último ha dicho que concurrirá contra Arafat en las próximas elecciones generales).

Mientras que los 20 firmantes del manifiesto fueron inmediatamente perseguidos por los servicios de seguridad palestinos y puestos bajo detención administrativa durante semanas, Abdel Satar Qasem, al que la Autoridad acusó de tener conexiones con la inteligencia siria, permaneció varios meses confinado en prisión, llegando a ser objeto de malos tratos. Entonces, ninguno de los que hoy hincan el dedo en la honda llaga de la corrupción -ni Estados Unidos, ni la Unión Europea ni Israel- hizo nada para evitar la dura represión aplicada contra unos disidentes que reclamaron exactamente lo que hoy día constituye una de las primeras prioridades dentro del conjunto de reformas exigidas por Occidente: la lucha contra la corrupción.

Otro de los 20 firmantes, Mu'awiya al Masri, diputado por la circunscripción de Nablus, fue incluso agredido por unos encapuchados que le dispararon en una pierna y le amenazaron de muerte. Tres años después de lo ocurrido, en una entrevista publicada el pasado 2 de agosto por el MEMRI (Middle East Media Research Institute, un instituto de investigación con sedes en Jerusalén, Londres y Washington), Al Masri señala: 'A partir de mi experiencia dentro de la comisión de presupuestos del Consejo Legislativo, le aseguro que intentamos saber dónde están los dineros del pueblo palestino, pero que todo nuestro esfuerzo fue en vano'. Entonces, el ministro de Hacienda era Mohamed Zuhdi Nashashibi. Y, curiosamente, la directora general era su hija, Abla Nashashibi, quien, al igual que su padre, aplicó una política de opacidad en las cuentas públicas.

Asimismo, Al Masri asegura que 'en realidad sólo hay una persona que sepa cómo se gestiona todo el presupuesto, que es Arafat'. Pues según la estructura fiscal y financiera imperante hasta la reciente reforma del Gabinete, en que los Nashashibi fueron cesados y fue nombrado un economista del Fondo Monetario Internacional, Salam Fayad, el Ministerio de Hacienda sólo controlaba una parte del conjunto de ingresos. Otra porción importante del pastel era gestionada por un oscuro hombre de negocios que Arafat invistió como 'mi asesor económico'.

El hombre del maletín

'Hay otro hombre, que es una catástrofe para el pueblo palestino: Mohamed Rashid', añade Al Masri, quien comenta cómo 'en una sesión del Consejo Legislativo, el ministro de Hacienda dijo: 'No tenemos fondos para pagar a los funcionarios, pero hemos recibido un préstamo de 25 millones de dólares de Mohamed Rashid para cubrirlos, ¡Allah-hu-Akbar! (Alá es grande)'. Y a partir de ahí se pregunta retóricamente: '¿Cómo puede ser que alguien que no es palestino sea el responsable de los fondos del pueblo palestino?'.

Según los pocos datos que se tienen de él, Mohamed Rashid es un iraquí de origen kurdo que comenzó su andadura en la OLP como editor de una revista política de la organización, que se publicaba en Chipre y se distribuía por todas sus delegaciones en el extranjero. Fue entonces cuando se ganó la confianza de Arafat, mientras éste llevaba a cabo su lucha desde el exilio. La propia dinámica interna de la ANP le colocó poco a poco en un lugar de privilegio, convirtiéndose en la mano derecha del presidente.

Los tentáculos de Rashid, al que también se le conoce por el nombre de Khaled Salam, parecen estar por todas partes. No sólo gestionando los monopolios del gas natural, los hidrocarburos, cementos y cigarrillos, cuyos ingresos no iban luego a la Hacienda Pública, sino a otra serie de cuentas controladas por él mismo, sino además otras empresas que generaban pingües beneficios. Entre ellas, el agua embotellada Jericó, la agencia de publicidad Sky, el complejo deportivo Try Fitness, la empresa de telefonía móvil Jawal y, la más importante de todas, el casino Oasis, el único establecimiento de estas características de la región, que atraía a su vez a miles de jugadores israelíes.

Cuando vio las orejas al lobo, Rashid comenzó a evadir muchos de los capitales que tenía invertidos en estas sociedades. Tras la primera reocupación de la ciudad de Ramala, que duró solo tres días y se produjo a principios del pasado mes de marzo, el consejero del presidente dio orden de vaciar las cajas fuertes y comenzó a llevarse al extranjero, uno por uno, maletines con millones de dólares. De esta forma, algunas empresas menores, que dependían de las grandes, se vieron obligadas a cerrar, dado que estas últimas carecían de la liquidez necesaria para pagar a las subcontratas. Asimismo, se hicieron ajustes de plantilla, redujeron sueldos y se pospuso la entrega de salarios, lo que hizo que Rashid se fuera ganando poco a poco la animadversión de mucha gente que antes le respetaba dada su condición de rey Midas palestino.

Negociaciones discretas

Además de dedicarse al mundo empresarial, Rashid se convirtió en un negociador clave en el transcurso de la segunda reocupación de Ramala y el asedio al Mukata de Arafat, detonados por el brutal atentado de Pascua ocurrido en Netanya, que desencadenó la campaña Muro protector. Entonces, Rashid pasó a ser el enviado especial del presidente, tanto a la hora de buscar una salida al sitio impuesto sobre la iglesia de la Natividad en Belén, como a la hora de recuperar la libertad de movimientos para Arafat, a cambio del traslado a la prisión de Jericó de los presuntos asesinos del ministro israelí de Turismo, Rahavam Zeevi, y del encargado de la compra clandestina de armas, Fuad Shubaki.

Fue precisamente en ese momento cuando Rashid cayó en desgracia, al enfrentarse a otro todopoderoso dentro de la ANP, el director del Servicio de Seguridad Preventiva en Cisjordania, Jibril Rajoub. Cuando este último, después de que su cuartel general sufriera casi 30 horas de continuo bombardeo a base de obuses de tanque y misiles disparados por helicópteros, accedió a entregar a varios militantes de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa y Hamás que estaban en la prisión del complejo, Rashid condenó el hecho de que Rajoub tomara la decisión de forma autónoma, sin consultar previamente con Arafat. A partir de ahí, el asesor económico no ha vuelto a poner un pie en Cisjordania, donde está amenazado de muerte por los seguidores de Rajoub, que piensan que convenció a Arafat para que le cesara.

Tras establecer su nuevo centro de operaciones financieras en El Cairo, Rashid ha seguido sin embargo participando activamente en las negociaciones con el Gobierno israelí. Durante las conversaciones previas al acuerdo Gaza y Belén Primero se le vio llegar, con su inseparable maletín, como miembro de la delegación palestina que acudió al encuentro.

El hijo de Sharon

Aunque parezca paradójico, dada la actitud mostrada por el actual primer ministro israelí Ariel Sharon ante Yasir Arafat, encomendó varias 'visitas especiales' a su hijo Omri, de 38 años, que se reunió en diferentes ocasiones con Arafat durante los primeros meses del mandato de su padre. Hasta que llegó un momento que este dato trascendió a la opinión pública y el fiscal general del Estado le negó la posibilidad de volver a encontrarse con un dirigente que estaba ya clasificado como persona non grata.

Pero dado que esta prohibición no afectaba a su asesor económico, Omri pasó a tratar con Rashid, convirtiéndose así en los dos principales power brokers del momento. Es decir, que mientras sus respectivos mentores intercambiaban acusaciones de 'terrorista' versus 'criminal de guerra', ellos eran capaces de desbloquear la parálisis negociadora y llegar a acuerdos, por efímeros que éstos luego resultaran. Por ejemplo, gracias a los buenos oficios de Rashid, Arafat pudo recuperar su libertad y hacer una ronda por todas las instituciones de Ramala, y hasta una visita triple en helicóptero a Belén, Nablus y Jenín, pero a los pocos días se produjo un nuevo atentado y el acuerdo se convirtió en papel mojado.

Rashid y el hijo de Sharon se conocían de antes. Ambos eran ya socios en diferentes negocios. Entre ellos, el casino de Jericó, donde el primero representaba al capital invertido por la ANP y el segundo mancomunaba los diferentes capitales invertidos por empresarios israelíes. No obstante, son socios minoritarios, dado que la mayor parte de la inversión y, por tanto, del Consejo de Administración, pertenece a una sociedad austriaca especializada en juegos de azar. También son socios en la empresa de telefonía móvil Jawal, que es la contraparte palestina del hasta hace poco único operador GSM israelí, Orange. Así pues, vemos cómo en este ámbito del nepotismo, Israel se ha contagiado de la misma enfermedad que padecen la mayoría de sus países vecinos, independientemente de que sean monarquías o repúblicas. Todo queda en familia.

Y en el caso palestino, este fenómeno se reproduce en extremo. Ahí están los hijos de Mahmoud Abbas (el secretario general de la OLP, conocido también como Abu Mazen), que controlan el sector de la publicidad y el marketing; de Jamil Tarifi (titular de Asuntos Civiles) en los sectores del cemento y la limpieza, y de Nabil Sa'ath (titular de Planificación y Cooperación Internacional), con intereses en el sector de la informática.

El líder palestino, Yasir Arafat, sentado en el sillón de su despacho de Gaza.
El líder palestino, Yasir Arafat, sentado en el sillón de su despacho de Gaza.AP

¿Cuánto se ha quedado Arafat?

SEGÚN UN INFORME del servicio de inteligencia del Ejército israelí, a pesar de su confinamiento en el Mukata de Ramala, Yasir Arafat sigue controlando y firmando personalmente la mayoría de los pagos efectuados por cualquier ministerio u organismo autónomo de la ANP. El director del servicio de espionaje militar, el general Aarón Zeevi-Farkash, valoró el patrimonio acumulado por la entidad en 1.003 millones de dólares. En una reunión de la Comisión de Asuntos Exteriores y Defensa de la Kneset celebrada el pasado 13 de agosto, Zeevi definió el modelo de control que ejerce Arafat sobre la sociedad palestina a través de su exhaustivo dominio de las finanzas y del tráfico de influencias. Es decir, mediante la creación de círculos concéntricos de relaciones clientelares a través de los salarios de los empleados de un sector público sobredimensionado, que ha experimentado un crecimiento anual constante desde su creación. Asimismo, tolerando y promocionando el nepotismo para que las relaciones de complicidad sean todavía más fuertes. Y si en algún momento se ve cuestionado por una figura política con un cierto peso, no duda en ofrecerle la prebenda que sea, cooptándolo para su causa, lo que explica que hace unos meses su Gabinete llegara a estar compuesto por 34 ministros. Pero, obligado por las circunstancias sobre el terreno (el Ejército israelí continúa reocupando seis de las ocho principales ciudades cisjordanas y ciertos enclaves estratégicos de la franja de Gaza) y por la presión internacional, Arafat se vio obligado a reducir y reformar el Gabinete en junio, pasando a tener sólo 21 ministerios. Entre las nuevas incorporaciones destaca la de Salam Fayad, reputado economista del Fondo Monetario Internacional, que tendrá que romper con el esquema fiscal y financiero anterior, así como crear otro nuevo, completamente fiable y transparente. Esto, siempre y cuando sea capaz de doblegar las resistencias internas al cambio y a la regeneración del sistema. En una entrevista concedida en exclusiva a este periódico, el nuevo titular de Hacienda se muestra optimista ante la difícil tarea que tiene por delante. 'Somos conscientes de los numerosos casos de abuso, fraude y corrupción que heredamos al hacernos cargo del ministerio, pero estamos dispuestos a aceptar el reto', asegura Fayad, que se doctoró en la Universidad de Tejas (EE UU). 'Se trata de trabajar en dos niveles: por un lado, erradicando el problema en sí, y por otro, la percepción social que se tiene del mismo, que es tan importante como su dimensión material', agrega. 'Nuestro plan consiste en integrar todas las actividades industriales, comerciales, financieras y fiscales de la ANP en un mismo sistema contable, para luego hacer una auditoría interna, y después otra externa a través de una empresa auditora internacional', comenta el ministro, que anteriormente fue también director regional del Arab Bank, uno de los principales bancos del mundo árabe. 'Todas, absolutamente todas las cuentas que tengan relación con la Autoridad van a quedar expuestas', insiste. Para ello, Fayad ha creado un nuevo holding público empresarial bajo el nombre de Fondo de Inversiones Palestino, cuyo consejo de dirección se reunió por primera vez este pasado jueves. El hecho de que la creación del fondo necesitara de la aprobación de Arafat y de que uno de sus siete miembros en el consejo de dirección sea el ubicuo Mohamed Rashid restan credibilidad al proyecto. Sin embargo, Fayad piensa que no se trata de excluirles, sino de convencerles de que incorporen al nuevo holding las decenas de millones de dólares que tienen en el extranjero, en un momento en el que la economía palestina necesita imperiosamente una vasta inyección de capital.

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