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Reportaje:

Contra el ruido

El Síndic de Greuges respalda la campaña de Amics del Carme contra el ruido y pide al Ayuntamiento que actúe

Ferran Bono

El ocio y el descanso no tienen por qué ser incompatibles. Pero resulta muy difícil conjugar ambos en un espacio reducido dentro de un casco histórico urbano, caracterizado por en entramado de calles estrechas, de casas bajas, desde las que en noches tranquilas se pueden escuchar incluso las pisadas de los gatos. La asociación Amics del Carme lleva denunciado el exceso de ruido desde su constitución, hace unos pocos años. Ayer, presentaron un informe del Síndic de Greuges, que respalda su lucha vecinal.

Bernardo del Rosal ha dictado una resolución dirigida al Ayuntamiento de Valencia en la que pide que 'extreme las medidas para preservar el derecho al descanso de los vecinos' y 'valore la conveniencia de limitar el horario general de cierre, evitar el otorgamiento de nuevas licencias de apertura de locales de ocio en el barrio, mantener la viglancia policial e instalar aparatos permanentes de registro de sonido'. Fue Amics del Carme la que se dirigió al Síndic de Greuges para exponer la problemática, después de una intensa campaña que incluía la exhibición de pancartas alusivas al exceso de ruido. El informe 'es muy positivo, e incluso va más allá de lo que pedíamos en un principio', manifestó ayer a Efe, Júlia Todolí, secretaria de la junta directiva de Amics del Carme.

El Síndic incide en la recomendación relativa a que el Ayuntamiento debe extremar las medidas de inspección de los locales para comprobar que la actividad se corresponde con la licencia concedida y evitar la concesión de nuevas licencias de apertura de locales de ocio en el barrio.

Este último aspecto es uno de los más controvertidos. El Consistorio es parte responsable del problema (también la falta de civismo) al permitir la saturación de locales nocturnos a través de la concesión de licencias. De modo que en numerosas calles los bares se suceden a escasa distancia, en muchos casos, puerta con puerta. La mayor explosión de locales nocturnos se produjo fundamentalmente en los años noventa. Recientemente se aprobó una moratorio para la concesión de licencias, dada la magnitud de las protestas y de los problemas.

Bernardo del Rosal constata 'el ejercicio de diversas actuaciones por parte del Ayuntamiento' en el sentido de incoar expedientes sancionadores, realizar mediciones sonométricas y dar vigilancia policial. Pero incide sobre todo en la 'necesidad de lograr no sólo su mantenimiento, sino, en la medida de lo posible, su profundización y mejora'. Una forma educada de pedir mucha mayor implicación en un barrio que ha sufrido una acusada despoblación y que no llega a revitalizarse, como ponen de manifiesto los numerosos solares abandonados, el estado de deterioro que presentan numerosas casas, la suciedad que anida en las calles, sobre todo después de un fin de semana, y la delincuencia. Y todo ello a pesar de que el ritmo actual de construcción y rehabilitación se ha incrementado. No en vano, El Carmen se ha convertido también en objeto de intereses inmobiliarios.

En ese contexto se enmarca la batalla contra el ruido. No es exclusiva del barrio Carmen. Hoy en día, por ejemplo, una parte del barrio gótico de Barcelona está decorada con múltiples pancartas que los vecinos cuelgan de sus balcones para reivindicar su derecho al descanso.

No es fácil conjugar el ocio y el descanso. Los empresarios de la hostelería reclaman su derecho al trabajo y algunos recuerdan que hace 25 años, en los momentos más duros, apostaron por el barrio y dieron vida al mismo. Urbanistas como Jordi Borja han defendido en Valencia la presencia de los cafés como elementos de socialización e incluso como un factor disuasorio de la delincuencia. Pero todo tiene un límite, según indicar la situación, sobre todo si la pretensión es que la gente vuelva a vivir en uno de los barrios más emblemáticos de la ciudad.

De momento, Amics del Carme va a pedir una entrevista con el teniente alcalde Alfonso Grau 'para exigir el cumplimiento de la resolución del Síndic de Greuges', basada en el derecho constitucional al descanso. Además, la asociación pretende consensuar un plan contra el ruido en el que estén presentes todos los sectores implicados.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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