300.000 personas vibraron en el festival Son Latinos con Chayanne
En la playa de Las Vistas triunfó lo más frívolo de la música latina
El objetivo se cumplió. Se quería llenar como fuera la playa de Las Vistas con 50.000 personas más que el año pasado y parece que gracias a artistas como Patricia Manterola, La Mosca Tse Tse, Juanes, Miami Sound Machine y, sobre todo, Chayanne, se consiguió. Ése era el empeño del colofón del Son Latinos, un encuentro con la cultura de habla hispana que por quinto año consecutivo se ha celebrado en agosto en Arona.
Cerca de 300.000 personas, según los organizadores, se concentraron en el último acto del festival que coincidió con la actuación de Chayanne, uno de los triunfadores del año merced a Torero, esa atronadora canción que no ha dejado de sonar en los últimos meses.
Pero hasta llegar a ello hubo muchas dudas, la mayor parte de ellas marcadas por la lluvia constante y amenazante que se cernió sobre la isla en las vísperas. Despejadas las inclemencias, la playa de Las Vistas empezó a llenarse de gente desde la mañana del sábado, cuando aún quedaban muchas horas para el inicio oficial del concierto, previsto para las 19.00. Dieciocho artistas desfilarían hasta las nueve de la mañana del domingo alternando las actuaciones totalmente en directo con las de música y voz pregrabada. Con la luz del día y sólo moviendo los labios desfilaron los menos conocidos: Maquinaria Band, Santi Cano, Los Hijos de Sánchez, Merche, Enzo o Agüita Salá. El rock de los puertorriqueños La Secta All Star, casi oscureciendo, es el que inicia la tanda con sonido en vivo. Le siguen Caco Senante y Rosario, la primera artista que logra conectar en serio con el público. Tiene raza la pequeña de las Flores, y su rumba cañera aderezada con funky y muy aplaudida calienta lo suficiente para que, más allá de la medianoche, le tome el relevo el veterano rockero granadino Miguel Ríos.
Algo falla. Ríos ha sido uno de los protagonistas de las jornadas anteriores del Son Latinos, pero el público no se siente seducido por sus canciones. '¿Qué os pasa que no dais palmas, estáis muertos?', le dice a la inmensa masa cuando tras Bienvenidos, No estás sola, Cuando los ángeles lloran o Insurrección nota que no conecta. Hace denodados esfuerzos por llevárselo de calle, pero no hay manera, los asistentes han ido a otra cosa, a ver esculturales cuerpos de bailarines y bailarinas ligeros de ropa derrochar energía por el escenario, a bailar con las canciones de moda, a olvidarse de los problemas. Miguel Ríos quiere hablar de lo mal que está el mundo, alude a la cumbre de Johanesburgo y a las intenciones belicosas de Bush. Acaba con el Himno de la Alegría, dedicada a 'los hombres de buena voluntad', que acaso sean a los que menos les haga falta.
Con la machacona Que el ritmo no pare, Patricia Manterola se adueña de la situación. Ahí sí que se entrega el público, no importa que toda la música esté grabada y ella sólo ponga cuerpo y gestos. Es lo que se lleva: mujer latina escultural, hermosa sin un defecto. A cambio, sólo un mensaje: 'Se olviden de los problemas, que es de lo que se trata', dijo jadeante entre sus imparables bailes, y no le faltaba razón.
Tocaba ya Chayanne, la estrella de la noche, el reclamo del festival. Sin embargo, la espera se hizo eterna. Además de las actuaciones con sonido pregrabado, el Son Latinos ofrece, entre las distintas intervenciones, sonido de discoteca y unas coreografías para que jóvenes bailarines luzcan palmito y derroche físico. Con su Salomé o Torero arrasó sin contemplaciones y cumplió con las expectativas depositadas en él. Baila con destreza, se desfoga, se restriega con sus bailarinas y ni se le oye un jadeo de cansancio cuando canta sus repetitivos estribillos y recorre el escenario de lado a lado. El play back de Miami Sound Machine, otras espectaculares mujeres, y otra tanda discotequera dan paso al colombiano Juanes, que arrima el rock a la cumbia y otros ritmos populares de su país. La divertida música de los argentinos La Mosca Tse Tse (¡seis de la mañana!), los corridos y rancheras a cien por hora del combo del mexicano Germán Lizarraga, vestidos todos como el decadente último Elvis Presley de Las Vegas y la sabiduría eterna de la agrupación cubana Los Van Van, liderada por el maestro Juan Formell, completaron la traca final que dejó la playa de Las Vistas, a eso de las nueve de la mañana del domingo, como un auténtico campo de batalla.
Latinos sin problemas
A lo largo del mes, el festival se ha esforzado en reivindicar lo latino como seña de identidad cultural. Un más que merecido premio al escritor mexicano Carlos Fuentes -como años anteriores a Mario Benedetti o Vargas Llosa-; una muestra del cine del realizador argentino Juan José Campanella; la presentación del libro Ciudadanos de Babel, promovido por la Fundación Contamíname del cantautor canario Pedro Guerra; las exposiciones fotográficas América cotidiana, de Carlos Díez Polanco, o Backstage, de los fotógrafos de la revista Rolling Stone; el homenaje a los 40 años de carrera de Miguel Ríos y otras actividades indican el esfuerzo de la organización por esa reivindicación de la cultura latina -aunque sólo les una el factor del idioma español- como algo vivo y en crecimiento.
Babelia
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