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Globalización, antiglobalización

Está de plena actualidad el tema. Y no se refiere solamente al plano económico, sino a algo mucho más amplio. Es a la influencia mutua que hay en el universo, lo mismo en la Tierra a todos los niveles que en el cosmos.

Ya no somos solitarios porque no estamos aislados. El filósofo quizá mas importante del siglo XX, Husserl, terminó afirmando: 'El mundo está hecho de interacciones recíprocas'. Y desgraciadamente no es un conjunto ordenado de esas acciones mutuas, sino una verdadera maraña de ellas, porque los seres humanos nos hemos encargado por nuestra acción u omisión de desbaratar esa influencia mutua que no se ha sabido ordenar.

Por eso, a la mundialización se la ha llamado globalización, para marcar el mal que hemos cometido con nuestra actividad mal encauzada, o por nuestra incuria sin intervenir para arreglar sus graves e injustos desvíos.

Y este año, en el Congreso de Teología, los cristianos que asisten a él han querido que se tratase este asunto de tanta trascendencia por sus consecuencias negativas en el plano económico, político, social y cultural. Necesitamos, creyentes y no creyentes unidos en este cometido, dar la vuelta a la tortilla y hacer que esta influencia no cree más desigualdades ni injusticias; sino al contrario, que podamos usar esas influencias para bien de los más desfavorecidos, y no como ahora, para ventaja de los más poderosos.

Y no queremos que allí, en el Congreso, nos hablen los teólogos de turno solamente, sino los expertos en el problema desde esos amplios puntos de vista que muchas veces les escapan a los que se dedican a la reflexión religiosa, y sobre todo a los que llevan las riendas de la religión. Parece -salvo excepciones- que están frecuentemente en la luna, olvidándose de lo que está a ras de tierra.

Yo, que vengo del mundo de la ciencia, me sorprendo de que no se hayan dado cuenta de que esa relación recíproca es universal; y de ella se han hecho eco las más diversas ciencias. La física, la astrofísica, la bioquímica, la biología y la psicología se han percatado hace años de ello, y lo han dicho por activa y por pasiva, sin que se percatase la gente de ello.

El profesor de Física Teórica David Bohm afirmó que la realidad, por él estudiada, no estaba dividida, y que la realidad fundamental es una relación cuántica del universo. El astrofísico G. Chew propuso su teoría del bootstrap, ya que el universo es una red dinámica de fenómenos relacionados entre sí. Y Sheldrake enseñó la teoría de la resonancia mórfica entre los organismos vivos de la misma especie. Y así seguiríamos esta incursión por otras ciencias encontrando siempre lo mismo, pues el paleontólogo y filósofo Teilhard de Chardin halló que en el mundo no debe haber más que una energía que influya en él porque todo se relaciona entre sí. Y el psicólogo Pradines halló que en todo psiquismo está latente lo espiritual y lo sensible.

A esto se ha unido más tarde la teoría del caos y su efecto mariposa, donde descubrimos que a larga distancia los fenómenos se implican, y una mala cosecha en Estados Unidos o en Rusia influye en todo el mundo, como afirma el profesor Lejeune.

Y ahora hay que darse cuenta de que 'legisladores, economistas y políticos deben hacer frente a la posibilidad de que sus decisiones produzcan oscilaciones violentas imprevistas con efectos acaso desastrosos, caóticos', concluye con toda razón el profesor de Historia de la Ciencia Sánchez Ron.

Éste es el panorama de fondo, que no nos hemos percatado de él los ciudadanos que vamos tranquilamente por las mañanas a nuestro trabajo sin saber lo que se nos avecina.

Y encerrados en nuestras cuatro paredes, olvidamos nuestra responsabilidad en todo lo que ocurre; porque nos damos cuenta de que no estamos encerrados en nosotros mismos, sino que 'el sujeto consiste en estar abierto a todas las cosas', como señaló el filósofo español Xavier Zubiri, sin que esta gran verdad haya tenido repercusión en la educación recibida por cada uno de los ciudadanos corrientes.

Por eso vamos a hacer, en este Congreso, que los más diversos conocedores de esta situación nos hablen de sus puntos de vista, para aclarar nuestras mentes y nuestra acción al nivel que nos corresponde. Y pasarán esos días del 5 al 8 de septiembre para hablarnos, Vázquez Montalbán lo mismo que José María Fidalgo, Joaquín Estefanía, Nicolás Sartorius, Pedro Altares, Isabel San Sebastián, Leire Pajín, María Teresa de Borbón Parma y otras y otros muchos más igualmente importantes, que harían interminable esta lista. Y, para terminar, oiremos la palabra del obispo emérito de Chiapas Samuel Ruiz, que ha vivido de cerca los problemas de la globalización en su pobre región.

Y esta interrelación se descubre en tres niveles: 1) el técnico, 2) el sociológico, 3) el cultural (y dentro de éste, el religioso).

El primero es el de las nuevas técnicas de la comunicación, que afectan a los demás niveles con sus revolucionarios cambios, que hacen posible la relación inmediata de los más alejados, poniéndolos ante nuestros ojos sin dilación.

Pero en ello surgen muchos problemas, porque se ha desatado el imperialismo económico con la especulación que ocurre en cualquier punto del globo, sin control ninguno de las reacciones aventuradas e irresponsables que en pocas horas pueden hundir o levantar empresas y aun países enteros.

Y con la particularidad de que las grandes instituciones que debían controlar esta desbocada globalización no saben hacerlo, y frecuentemente la estropean guiados por los deseos de los países ricos, y dejando expoliados a los más pobres, cuando se nos había prometido que el gap entre ricos y pobres iba a disminuir y ha aumentado en pocos años al doble; y el resultado es que las 44 naciones más pobres están hoy peor que hace pocos años.

A lo cual se añade el sida, la falta de agua potable, la carencia de higiene y la explotación de la mujer, del niño y del trabajador, que en algunos países llega a la bochornosa esclavitud que creíamos superada, y ha aumentado ante los brazos cruzados de la ONU, que, dirigida por cómodos burócratas y naciones que se desentienden de ello, no sabe cumplir el cometido para la que fue creada.

En el plano sociopolítico tenemos, entre otros, el problema de la emigración creciente y los desplazados, que no sabemos abordar humanamente los países que somos más poderosos.

Y se produce el alarmante deterioro del medio ambiente, sin poner remedio eficaz a ello. O los defectos graves de las democracias que son de representación, pero no de participación. Y el terrorismo o la corrupción, que llega a todos los rincones. Y el nuevo fenómeno del trabajador de cuello azul, hoy en demasiado lento proceso de conversión en el empleado de cuello blanco, que es el único que puede estar preparado para el futuro.

Y nada digamos del descenso de la cultura en nuestros países del desarrollo, y la falta de educación en los que deben estar en vías de desarrollo para poder valerse por sí mismos y salir de su pobreza con el apoyo de todos.

Debemos reflexionar acerca de todo lo que digo, porque nos va en ello el porvenir. Y a eso queremos modestamente contribuir a hacer con nuestro Congreso de Teología a partir del 5 de septiembre.

Enrique Miret Magdalena es teólogo seglar.

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