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CARTAS AL DIRECTOR
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Albariño, en las colinas y valles baldíos

Desde lo alto de Galicia, parece otra. Recuerdo los valles abrigados por los pinares que ondeaban en el horizonte, indicándonos con sus movimientos los vientos predominantes. Eran como eternos vigilantes, al igual que los faros da Costa da Morte.

Hoy, los tiempos son otros, los que podríamos llamar 'los de las subvenciones'. Los campesinos abandonaron en tiempos pretéritos las plantaciones por ser poco rentables. Eran plantaciones respetuosas con el paisaje y el medio ambiente, nunca hubo pimientos en las colinas ni pinos en los valles.

En el siglo XXI la tecnología permite roturar los montes como lo hiciese en tiempos pretéritos el arado romano en los valles fértiles. Puede que el exceso de sensibilidad no sea bueno y que haya que adaptarse a los tiempos, pero hay cosas que cuesta ver y hasta duele mirarlas: valles fértiles baldíos y montes cultivados con mimo. Montes que fueron quemados con saña, ahora son profanados por plantaciones de albariño. Parece que sus antiguos pobladores, castaños, carvallos, pinos, etcétera, nada quisieran saber de aquellos parajes y, al igual que sus paisanos, decidieran emigrar para probar fortuna en otra parte.

Los hombres hemos sido los agentes que más hemos transformado el entorno con más o menos acierto, el sentido común casi siempre imperó y la relación del hombre con la naturaleza era, hasta cierto punto, equilibrada.

En la actualidad hay muchos intereses y, por lo tanto, más que nunca deberíamos estar vigilantes para que esa relación no se quiebre.

Deberíamos reclamar normas que regulen actuaciones que pueden desviar el interés de la comunidad hacia el interés particular de las subvenciones.

Tal vez esté mal informado y exista legislación al respecto, y puede que estas explotaciones cumplan la normativa vigente, pero la verdad es que ver los valles baldíos y el albariño en las colinas marea más que una gran ingesta de este precioso caldo.

Para muestra, un botón: Monte de A. Paralonga en la parroquia de Parada-A Cañiza.

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