Una idea cada siete días

Me parece poco, la verdad. Pero el primer ministro francés, monsieur Raffarin, está encantado con este promedio; basta con que a sus ministros se les encienda la bombilla una vez a la semana para que esté contento y les pague el sueldo sin remordimientos.

Lo de los remordimientos lo digo porque, aunque Raffarin ha preferido no incrementar el salario mínimo, sí que ha tirado la casa por la fenêtre con sus ministros, que ahora cobran lo mismo de antes pero incrementado en un 70%. Y todo por una idea cada siete días. Dice Raffarin que con eso se conforma.

Yo pienso en un pastel de chocolate suizo, tamaño estandard, a compartir entre siete personas; o en un futbolista al que le hubieran subido el sueldo un 70% y que sólo marcase gol cada siete partidos, es decir, casi cada dos meses; o en un conductor de autobús escolar que sólo se dignase a llevar a los niños al colegio un día a la semana; o en un doctor que sólo atendiese a uno de cada siete pacientes en la sala de espera. No sé, a mí es que una idea cada siete días me parece poco, pero quién sabe si soy injusta.

Quizá los ministros franceses den el bombillazo cada domingo; por lo menos Raffarin habla como si hubiese descubierto América.