Vivendi pierde un cuarto de valor en Bolsa tras caer su deuda a nivel de bonos basura
El grupo de comunicación registró hasta junio un resultado negativo de 12.306 millones
Vivendi Universal, el segundo grupo de comunicación del mundo, perdió ayer una cuarta parte de valor bursátil tras ver rebajada la calificación de su deuda al nivel de bonos basura. La rebaja de la calificación se produjo tras anunciar Vivendi pérdidas récord de 12.306 millones de euros en el primer semestre. Las amortizaciones por 11.000 millones de euros a causa de la pérdida de valor de sus negocios en el terreno musical, audiovisual y de telecomunicaciones han lastrado las cuentas. El grupo ha anunciado un plan de venta de activos por 10.000 millones.
Las acciones de Vivendi se desplomaron ayer un 25,2%, marcando un nuevo mínimo histórico y arrastrando a la Bolsa de París, que cayó un 4%. En lo que va de año, el segundo grupo de comunicación del mundo, tras el estadounidense AOL Time Warner, ha perdido el 80% de su valor bursátil.
La debacle se desató tras hacerse públicos los resultados de los seis primeros meses del año, en los que el grupo registró unas pérdidas de 12.306 millones de euros debido a las amortizaciones por 11.000 millones del fondo de comercio (la diferencia entre lo pagado por una sociedad y su valor real), que ponen de manifiesto la depreciación que han sufrido todas las grandes adquisiciones que se realizaron bajo la tutela de Jean Marie-Messier, el anterior presidente hasta hace un mes.
Depreciación
Esa depreciación de activos ha afectado a la práctica totalidad de los negocios: 3.800 millones se atribuyen a Canal+; 3.500 a la división musical; 2.600 a su filial de servicios y medio ambiente, y 1.100 millones por el de telecomunicaciones e Internet. Descontando esas amortizaciones y los extraordinarios, las pérdidas netas ascenderían a 66 millones de euros. Los ingresos se elevaron a 29.990 millones, frente a los 26.443 millones del mismo periodo del año anterior.
Jean René Fourtou, el actual patrón de Vivendi Universal, admitió ayer que su grupo arrastra una deuda de 35.000 millones de euros, tan sólo 2.000 millones menos que hace seis meses.
En el panorama inmediato de Vivendi son inquietantes sus problemas de liquidez, que podrían ser paliados en parte gracias a un crédito bancario de 3.000 millones y a la venta de la editorial de libros educativos Hougthon Mifflin, adquirida hace apenas un año. 'Su rentabilidad ha aumentado', aseguró Agnès Touraine, la responsable de las actividades de edición del grupo, 'y eso significa que deberíamos obtener más de los 2.200 millones de dólares pagados en 2001'.
Ahora Fourtou anuncia querer respetar 'tres prioridades: reducir la deuda, mejorar la rentabilidad de las actividades del grupo y definir una nueva estrategia a largo plazo para Vivendi Universal'.
Sobre este último punto parece claro que la opción adoptada es la de renunciar a la aventura americana y, en buena parte, internacional, de una sociedad francesa en sus orígenes. Las otras dos prioridades aparecen estrechamente unidas, pues la deuda sólo podrá enjugarse si Vivendi consigue deshacerse de activos que la penalizan gravemente y cuyas expectativas de rentabilidad son casi nulas. Jean-René Fourtou cree que podrá obtener 10.000 millones de euros de la venta de activos en un plazo de dos años, pero anunció que la mitad de la cifra espera ingresarla en el plazo de los próximos nueve meses.
Además de deshacerse de activos, Fourtou quiere aplicar un fuerte recorte de gastos, principalmente en los negocios no franceses de Canal+, la actividades de Internet y la cúpula directiva. Asimismo, intentará mejorar el nivel de ingresos de los negocios tradicionales.
Malas calificaciones
La agencia internacional Standard &Poor's rebajó ayer la calificación de la deuda emitida por Vivendi Universal y la ha dejado a la altura de los bonos basura, lo que aceleró la caída bursátil. Moody's adoptó la misma decisión y recortó el rating de Vivendi.
Para afrontar la nueva etapa, Fourtou anunció al consejo el nombramiento de Jean Bernard-Levy como nuevo director general de la compañía, en sustitución de Eric Licoys. Pero los proyectos de Fourtou, aun traduciendo un alza del beneficio por acción y siendo algo superiores a los temidos, no han tranquilizado al mercado.
Mientras tanto, el emblemático Messier, responsable de convertir una rentable compañía centenaria de servicios en un ruinoso gigante de comunicación, está escribiendo un libro, desde su retiro mediterráneo, en el que explicará las claves de su ascenso y caída, según el diario Le Parisien.
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