'La pesadilla tuvo dos partes'
Más de 20 pasajeros demandarán a Iberia porque consideran que atendió la emergencia de manera inadecuada
Cuando Carmen Vacas pisó tierra firme cayó en la cuenta de que estaba incompleta. La caída por el tobogán fue tan aparatosa que pensó, por un instante, que se había resentido un tobillo. Después descubrió que su súbita cojera se debía a que uno de sus zapatos se había quedado en el avión. Desde ese momento pasaron 24 horas de largos trayectos -de la pista a la terminal, al hotel y de vuelta al aeropuerto al día siguiente- en las que sus pies sólo conocieron el calor de unos calcetines. 'No nos trataron mal', dice enojada. 'Peor; no nos dieron ningún trato. A nadie de Iberia se le ocurrió ayudarme a encontrar unas zapatillas'.
A su manera, la mayoría de los 369 pasajeros que anteayer vivieron el accidente del vuelo 6250 de Iberia, que apenas despegar del aeropuerto Kennedy de Nueva York tuvo que regresar por causa de un incendio en una turbina, sintieron que algo quedó incompleto. 'La pesadilla tuvo dos partes', dice Fernando Martín, uno de los pasajeros afectados. 'Iberia no nos atendió después de la evacuación, precisamente cuando lo que todos necesitábamos en esas circunstancias es que nos dieran un mimo'.
Veinticuatro de los pasajeros han decidido demandar a la aerolínea, según dicen, por falta de auxilio. Los testimonios coinciden en que, tras el desembarco, no hubo personal de la compañía que les diera una mano. Sólo había empleados de American Airlines. La aerolínea española ha contestado que, en efecto, existe un convenio por el que American atiende a los pasajeros de Iberia en EE UU e Iberia a los de American en España.
El caos fue de tal magnitud que rápidamente disipó el miedo, han dicho los afectados. La evacuación tardó unos diez minutos. La peor parte la tuvo el canario Esteban Osorio, de 56 años, quien se desplaza en silla de ruedas. Según relató la pasajera Patricia Villar, la gente pasaba de largo mientras su esposa gritaba desesperada. Ayer todavía se encontraba ingresado en el hospital Jamaica en estado crítico, informa Enric González, debido a un fuerte golpe en la cabeza.
Casi una hora después del aterrizaje los pasajeros fueron trasladados en autobuses hacia el hotel Marriot. Las situación parecía mejorar, pero uno de los conductores perdió la ruta. 'Tuvimos que prestarle nuestro teléfono móvil para que pidiera indicaciones', recuerda Patricia Villar. 'Al final se detuvo en una gasolinera para que le hicieran un mapa'. El imprevisto duró una hora y media.
El desconcierto volvió a la mañana siguiente. Volvieron al aeropuerto, en autobuses contratados por Iberia, con la certeza de que los anhelados mimos se harían realidad. Hacia el mediodía reclamaron los equipajes y pasaron al mostrador de Iberia. 'La cola era kilométrica', recuerda Fernando Martín. 'Tuvimos que esperar hasta las 5.00 para que nos dijeran que no, que debíamos pasar al mostrador de Delta Airlines, que quedaba en una terminal a la que sólo se podía llegar en autobús'.
A regañadientes lograron subirse al vehículo con todo su equipaje y hacer la fila para tomar el vuelo que saldría a las 19.40. Varios pasajeros quedaron en lista de espera. Una cantidad indeterminada no pudo tomar el avión, aseguran algunos testigos.
Iberia ha expresado sus disculpas y se felicita porque es el primer accidente que de esta índole que tiene uno de sus Jumbos después de más 80.000 viajes y 500.000 horas de vuelo. Agrega que la media docena de empleados con que cuenta en Nueva York logró reservar 177 habitaciones en el hotel y, posteriormente, pudo encontrar cupo en 12 compañías diferentes para que 355 pasajeros llegaran a sus destinos.
Para Sonia Lado, que ayer, por fin, llegó a Santiago de Compostela, las disculpas no son suficientes. '¿A mí qué me importa eso?', exclama. 'Yo los necesitaba ayer [lunes], pero ya es muy tarde'.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.