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La caja sevillana vuelve a andar

Las nuevas direcciones de San Fernando y El Monte prevén culminar su fusión en 2004

Alejandro Bolaños

El presidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, abrió la caja de los truenos a finales de 1999 con su pública apuesta por una integración de las seis entidades de la comunidad. Más de tres años después, El Monte y San Fernando, las dos cajas sevillanas, retoman el camino de su fusión, bloqueada durante un año por el empeño de los anteriores presidentes, Isidoro Beneroso y Juan Manuel López Benjumea, en saltarse la renovación de cargos que marcaba la Ley autonómica de Cajas.

La entidad quiere afianzarse entre las diez primeras con una fuerte expansión por Andalucía oriental, Castilla-La Mancha y Extremadura

El Monte y San Fernando, las dos entidades que protagonizaron en 2001 un feroz e inusual enfrentamiento con la junta, renovaron sus órganos de gobierno a finales del año pasado. Una alianza de última hora entre el PSOE, Izquierda Unida y CC OO desbancó de las presidencias a Beneroso y López Benjumea, los dos militantes socialistas (ahora con expediente de expulsión abierto) a los que su partido frustró un proyecto de fusión en el que se parapetaron para mantenerse en el sillón cuando ya no contaban con el favor de los suyos. En enero, dos altos cargos de la junta, Alfredo Pérez Cano, en San Fernando, y José María Bueno Lidón, en El Monte, sustituyeron a los presidentes rebeldes con un objetivo prioritario: relanzar la fusión.

En estos tres años y medio, el dibujo teórico de la junta, preocupada por la escasa dimensión de las cajas andaluzas y el avance en la región de las grandes (La Caixa y Caja Madrid), ha dado paso al pragmatismo. Beneroso y López Benjumea rentabilizaron al máximo el agravio con Málaga -sede de Unicaja, la primera andaluza- y el sólido respaldo del empresariado de Huelva, Cádiz y Sevilla (provincias en las que el peso financiero de El Monte y San Fernando es decisivo) para apuntalar su fusión en el localismo. Chaves optó por dar un rodeo y matizó el discurso: las 'uniones parciales' se convirtieron en el mejor camino para alcanzar la 'gran caja andaluza'.

En Sevilla, el consenso social, económico y político alrededor de la fusión de El Monte y San Fernando sobrevivió a la aventura de Beneroso y López Benjumea. Pero las dudas sobre la viabilidad de la empresa tras los últimos años de gestión de los anteriores presidentes, apuntaladas por informes del Banco de España, persistían. Bueno Lidón y Pérez Cano se han tomado seis meses para comprobar en qué consistía su herencia y poner en marcha las primeras medidas de saneamiento.

Las principales objeciones del Banco de España se centraban en la concentración de riesgos de ambas entidades en operaciones inmobiliarias especulativas. En estos seis meses, las dos cajas han abandonado algunas de sus participaciones más conflictivas; El Monte también ha vendido dos empresas onubenses, Vitafresh (zumos) y Nature Pack (plásticos), que habían llamado la atención de la autoridad monetaria por su acumulación de pérdidas. De las auditorías internas que Pérez Cano y Bueno Lidón ordenaron cuando tomaron posesión aún no hay noticias, aunque sí han salido a la luz unos documentos con pruebas de un supuesto espionaje a directivos, periodistas y deportistas encargado por la anterior dirección.

Tras este prolongado aterrizaje, los presidentes de El Monte y San Fernando comparecieron la semana pasada para anunciar el despegue de la fusión. 'Es totalmente distinto', dijo Bueno Lidón en alusión al proyecto que abanderaban sus antecesores. Por lo pronto, las nuevas direcciones se tomarán el proceso con mucha más calma: no someterán la fusión al visto bueno de sus órganos de gobierno hasta el primer semestre de 2003, con lo que la nueva entidad no estará operativa, si la junta agota el plazo para dar su autorización, hasta principios de 2004. El periodo transitorio que marca la ley para acomodar la unión prolongará el cogobierno de la nueva entidad durante dos años más, justo el límite del mandato de los actuales Consejos de Administración.

Para entonces, Bueno Lidón y Pérez Cano quieren haber consolidado a la nueva entidad (aún sin nombre, pero con la sede social prevista en Sevilla) entre 'las diez primeras de España', como 'primera caja andaluza'. Con 13.700 millones de euros de balance conjunto y 10.290 en recursos ajenos, el primer objetivo es relativamente asequible (ver gráfico); el liderazgo en la región es más discutible: para superar a Unicaja como referente andaluz, El Monte y San Fernando tendrán que mantener un fuerte ritmo de expansión, algo complicado en los primeros años de una fusión.

La nueva entidad tiene un predominio casi absoluto en su mercado natural (Huelva, Cádiz y Sevilla), por lo que sus posibilidades de crecimiento pasan por pisar el terrero de Cajasur (Córdoba) y de las entidades que dominan Andalucía oriental (Unicaja y La General de Granada). Sus planes también incluyen Extremadura y Castilla-La Mancha. Aunque antes tendrán que asimilar los costes de un convenio laboral heredado de la anterior etapa y que Comisiones Obreras (cuyos votos eran vitales) puso como condición irrenunciable para respaldar a los nuevos presidentes. Un convenio que impide recorte alguno en la plantilla (4.242 trabajadores) y que hace casi indispensable una política expansiva para evitar brechas en la eficiencia.

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