Sadam desafía a EE UU y asegura que Irak responderá si es atacado
Washington sostiene que las palabras del presidente iraquí indican que 'empieza a estar nervioso'
Sadam Husein volvió a mostrarse ayer desafiante con EE UU y afirmó que su país está listo para responder a cualquier ataque procedente de la superpotencia mundial. 'La derrota será lo que obtendrá cualquiera que trate de agredir a los árabes y musulmanes', dijo el presidente iraquí en un discurso televisado con motivo del aniversario del final de la guerra Irán-Irak (1980-1988). Washington acogió con displicencia el discurso. 'Nada nuevo', dijo un portavoz de la Casa Blanca. 'Es un indicio de que Sadam empieza a estar nervioso'.
Vestido con traje oscuro, frente a un atril cubierto de flores blancas y con la bandera nacional a su derecha, el presidente iraquí utilizó un tono reposado en una alocución plagada de invocaciones religiosas que duró 25 minutos. 'Las amenazas y agresiones no atemorizan al pueblo iraquí', dijo Sadam, quien hizo un llamamiento a quienes sean 'capaces de portar un fusil, usar un cañón, conducir un tanque, pilotar un avión o dirigir un barco' para que se apresten a 'luchar contra el enemigo'.
El discurso de Sadam tuvo lugar un día después de que el presidente de EE UU, George W. Bush, insistiera en que el régimen de Bagdad supone una 'amenaza real' para la seguridad mundial, aunque subrayó que consultará con el Congreso de su país y con sus aliados antes de emprender cualquier acción contra Irak.
El Gobierno de Bush acogió con displicencia el discurso de Sadam. 'Nada nuevo', dijo un portavoz de la Casa Blanca. 'En Bagdad saben perfectamente lo que tienen que hacer: cumplir con las obligaciones de desarme contraídas en 1991. Todo lo demás', agregó el portavoz, 'es gesticulación y un indicio de que Sadam Husein empieza a estar nervioso'.
En su discurso, Sadam pidió a la ONU que cumpla sus compromisos y entable un 'diálogo equilibrado' con Bagdad para solucionar los problemas pendientes, como la inspección del presunto arsenal iraquí de armas de destrucción masiva. 'Responder a los requerimientos de Irak y que el Consejo de Seguridad de la ONU cumpla con sus compromisos respecto a este país de acuerdo con sus propias resoluciones es el camino correcto', subrayó.
Tras la guerra del Golfo, concluida sin acuerdo de paz, la ONU ordenó a Irak que renunciara a todas sus armas de destrucción masiva y los misiles necesarios para emplearlas, y creó un equipo de inspectores con la mision de verificar el desarme iraquí. Al mismo tiempo, impuso un duro sistema de sanciones que sólo sería levantado cuando los inspectores certificaran que Irak había cumplido totalmente las condiciones de los vencedores en la guerra. El equipo de inspección abandonó Bagdad en 1998, acusando a Sadam Husein de hacer imposible su tarea.
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, afirmó no haber detectado en el discurso de Sadam indicio alguno de que esté dispuesto a permitir el trabajo de los inspectores. 'No veo cambio alguno de actitud', afirmó.
Las referencias al 'diálogo' y al posible retorno de los inspectores en la alocución del presidente iraquí fueron interpretadas en Washington como un intento de ahondar las divisiones entre Estados Unidos, cuyo Gobierno contempla abiertamente la posibilidad de una nueva guerra para acabar con Sadam, y sus aliados, cada vez más tibios ante la perspectiva de un conflicto de consecuencias imprevisibles. Si los inspectores regresaran finalmente a Irak, los argumentos a favor de la guerra quedarían seriamente limitados.
Los duros de la Administracion de George W. Bush, encabezados por el vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, tratan ya de restar importancia al trabajo de los inspectores. 'Aunque volvieran, podrían hacer poco, porque Sadam Husein ha dispuesto de cuatro años para ocultar sus arsenales', dijo Cheney el miércoles.
Lo que Cheney y Rumsfeld contemplan, respaldados por la ultraderecha cristiana y los ideólogos del neoconservadurismo, es una 'guerra fundacional'. Los halcones de Bush, y en cierta forma el propio presidente, consideran que los atentados del 11 de septiembre obligan a EE UU, como en 1945, a inventar un nuevo orden planetario, e insisten en que ello pasa por acabar con Sadam. 'Si le damos tiempo, conseguirá armas nucleares y la próxima vez no sufriremos 3.000 víctimas, como el pasado 11 de septiembre, sino 10 o 100 veces esa cantidad', afirmó ayer Rumsfeld, vinculando de forma implicita a Sadam con el terrorismo internacional.
En su ánimo de refundación planetaria, y enfrentándose al secretario de Estado, Colin Powell, los duros creen que una de las consecuencias positivas de una guerra contra Irak podría ser la caída del régimen saudí. Un asesor del Pentágono presentó el mes pasado un informe que definía a los saudíes como 'el peor enemigo de EE UU', porque utilizaban los ingresos del petróleo para financiar el terrorismo. Cuando Powell pidio a Rumsfeld que descalificara ese informe, el secretario de Defensa evitó referirse al Gobierno de Arabia Saudí como 'aliado', y se limitó a recordar la presencia militar en su territorio: 'Tenemos muchos soldados ahí', dijo.
Según publicó ayer el diario Los Angeles Times, Sadam pretende evitar un enfrentamiento abierto en el desierto iraquí para, en caso de una invasión estadounidense, acumular sus fuerzas en las grandes ciudades.
Invasión 'no deseable'
El profesor de Harvard que ha vaticinado un 'choque de civilizaciones' entre Occidente y el mundo islámico se opone a una invasión de Irak. Samuel Huntington, un politólogo influyente en círculos conservadores de EE UU, también critica el apoyo de Washington a Israel en el conflicto con los palestinos. 'No creo que una invasión militar sea, ni mucho menos, deseable. Pienso que causaría enormes trastornos en Oriente Próximo', declaró Huntington a Reuters en Chile, donde participó en un acto académico. 'Pero, a menos que haya otra manera de propiciar un cambio de régimen, Sadam Husein continuará en el poder', agregó. Huntington, que ha sido acusado en el mundo islámico de alimentar los prejuicios antimusulmanes con su tesis de que el islam está abocado a un enfrentamiento con Occidente, afirmó que la idea de que Sadam debe abandonar el poder es ampliamente aceptada. 'Creo que todo el mundo en EE UU apoyaría ese objetivo, casi todo el mundo en Europa y, privadamente, la mayoría de los gobiernos árabes. La cuestión es cómo conseguirlo. Huntington recomendó a EE UU una posición 'más equilibrada' entre Israel y los palestinos.
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