La Universidad de Tejas repartió cientos de órganos para trasplantes sin analizar
Las autoridades sanitarias de Estados Unidos han hecho un llamamiento urgente para revisar los órganos que desde hace dos años un centro médico de la Universidad de Tejas ha estado distribuyendo en hospitales y centros de investigación. La alarma se ha activado al descubrirse que el centro no analizaba si los cadáveres eran de portadores de enfermedades infecciosas como el sida o la hepatitis. El problema es que muchos ya se han trasplantado, pero no saben cuántos ni a quién. El FBI ha tomado cartas en el asunto y de momento ha cerrado el centro médico donde se originó el fraude.
El caso es grave no sólo porque el centro repartió los órganos y tejidos sin analizarlos por si eran portadores de virus, sino que el encargado de programa de la Universidad de Tejas ha negociado supuestamente con los órganos. Primero, descuartizaba los cadáveres; luego, unas partes las enviaba a centros de investigación u hospitales y otras las vendía. Las que le sobraban las incineraba para entregárselas a las familias. Por si el caso en sí no fuera tenebroso, resulta que mezclaba las cenizas. Los desconsolados familiares de muchos difuntos han puesto pleitos a la universidad tejana. Se desconoce la magnitud del delito porque el autor llevaba 36 años encargándose del programa y recibía unos trescientos cadáveres cada año.
Sesenta centros de investigación de EE UU han recibido miles de órganos infectados. Muchos estaban destinados a prácticas de los estudiantes de medicina, pero otros, sobre todo huesos y cartílagos, se han usado en trasplantes.
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