Calidad del metro
Como todos los veranos, TMB ha decidido reducir la calidad del servicio de metro disminuyendo de forma notoria la frecuencia de paso de los convoyes. La consecuencia inmediata de esta política es que, a pesar de ser menor el número de personas que usan este servicio público en comparación con el resto del año, en las horas punta los vagones van repletos de viajeros apretujados y medio asfixiados.
A la incomodidad cierta en el transporte se suma la humillante certeza de que TMB prefiere reducir costes a prestar servicio de calidad. Es asimismo evidente que el material rodante se resiente del sobreesfuerzo que se exige a cada convoy, con lo cual ni siquiera se sostienen los criterios economicistas que supuestamente avalarían la infeliz estrategia ahorradora.
Si existe una directiva europea que obliga a que el transporte de ganado se realice de una forma determinada, para que sea conducido en condiciones dignas, ¿habrá que pedir otra directiva para el transporte de humanos, que impida que TMB se empeñe en estabularnos en el metro en peores condiciones que el ganado?
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