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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Idas y vueltas del amor en libertad

Quisiera creer que a pesar del tiempo transcurrido desde la aparición de este libro -casi medio siglo- su título les sonará a nuestros lectores a través del recuerdo de la célebre película que sobre él rodó François Truffaut, que no tan sólo fue una obra maestra, sino que se convirtió en algo mítico para las nuevas generaciones de los años sesenta y setenta, hoy al borde de la jubilación. Pues fue el descubrimiento, a finales de los cincuenta y entre los saldos agotados de una librería casi de lance, de este libro (Gallimard, 1953) original de un escritor francés desconocido y ya casi anciano, Henri-Pierre Roché (París, 1879-1959), lo que movió a un deslumbrado Truffaut a realizar su adaptación cinematográfica, que conoció en su momento, a principios de la década siguiente, un éxito mundial, y fue uno de los golpes (entre sus '400') decisivos para el lanzamiento de lo que se llamó entonces la 'nueva ola' del cine francés.

JULES Y JIM

Henri-Pierre Roché Traducción de Manuel Serrat Crespo Debate. Madrid, 2002 204 páginas. 16,50 euros

No eran aquéllos unos tiempos favorables entre nosotros para estos cambios -estéticos, morales y sociales- en pleno segundo franquismo, por lo que ni la película ni sobre todo este libro circularon por aquí. La prueba es que si el filme nos llegó primero, el libro no ha aparecido hasta ahora, cuando nuestros acelerados cambios sociales y políticos pueden desactivar su impacto entre nosotros, aunque sería una pena que esta publicación cayera en el vacío. ¿Cómo reactivar la memoria perdida, cómo persuadir a nuestros jóvenes de hoy, tan felizmente desarmados, para que la conserven como se debe para ver si aprenden a vivir de una vez? Jules y Jim es la conmovedora historia de un triángulo amoroso, entre estos dos personajes masculinos y la sorprendente Catherine (Kathe en la novela), a la que una Jeanne Moreau en estado de gracia convirtió en legendaria, y donde reina una libertad tal que la potencia de su pasión pareció derribar para siempre todos los esquemas anteriores. De ahí que el editor de hoy hable en su presentación de la muerte de toda la gran literatura decimonónica anterior sobre estos temas, que tantas obras maestras (Madame Bovary, Ana Karenina, La Regenta) ha legado al mundo. Cosa que no está nada clara ahora, dada la evidente involución (estética, ética, social y política) que conoce el mundo actual de manera acelerada.

Pero estamos hablando de

un texto y de su autor, pues merecen ambos la pena: Jules y Jim es una novela deslumbrante, tanto hoy como entonces, un modelo de ritmo libre, desenvuelto, preciso, elíptico y fulminante, de orígenes claramente modernistas y de los años veinte (Cocteau, Giraudoux), pero muy actualizados en manos de un protagonista que recordó con alegría y precisión aquellos sus orígenes. Pues Henri-Pierre Roché también fue a su vez un personaje fuera de serie: fue un diletante, un amateur, un coleccionista de arte, un marchante viajero por varios continentes y un don juan al parecer bastante irresistible. Estaba bien dotado para todo, vivió entre artistas plásticos (presentó Picasso a Gertrude Stein), periodistas (Félix Féneon le publicó en 1920 un conjunto de estampas con el seudónimo de Jean Roc, Don Juan y... ), músicos (Satie, Roussel), sabía traducir (Schnitzler, Keyserling) y escribir bien, vendía cuadros, asesoraba a magnates, marajás indios y ligaba sin parar, mientras residía en su domicilio parisiense al lado de una madre a la que adoró hasta el final, escapando de ella sin parar, como de todas las demás, aunque por en medio se casó, tuvo un hijo y se divorció, antes de publicar al final dos novelas, Jules y Jim y Dos inglesas y el continente (1958), que dieron lugar a sendos filmes rodados por Truffaut, con gran éxito el primero y menos el segundo, que tampoco está nada mal, aunque aquí lo tradujeron como Dos inglesas y el amor. En el catálogo de la gran exposición antológica de Marcel Duchamp con que abrió sus puertas el Centro Pompidou de París en 1977, se publicaría aparte una novela póstuma e inacabada de Roché, Víctor, un retrato del propio Marcel Duchamp, de quien fue también amigo en su etapa norteamericana.

Tengo mis dudas sobre si Roché era o no un verdadero novelista. Fue, eso sí, un narrador de su propia vida, o de algunos de sus más decisivos episodios, o hasta de toda ella, pues dejó inédito un enorme texto de carnets, que la cuentan casi entera, pero de los que sólo se han publicado en 1990 Jules y Jim (1920-1921), a los que siguieron al año siguiente el diario y las cartas que durante aquel tiempo le envió la protagonista real del libro, la pintora alemana Helen Hessel, nacida Grund, que sobrevivió a sus compañeros y murió casi centenaria. El marido real, Franz Hessel, un buen escritor (narrador, poeta y traductor) judío alemán, de quien contamos aquí con unos excelentes Paseos por Berlín (Tecnos, 1988), falleció durante la Segunda Gran Guerra refugiado en Francia. Pero tengo mis dudas sobre esa despenalización del adulterio que el editor ha encontrado en este curioso, alegre e inocente libro. Es una historia de amor a tres -y de la amistad entre los dos hombres- y su espíritu es el de los años veinte, más que el del sesentayocho. Al final -en el libro y la película-, Roché y Truffaut matan a Jim y Catherine (ella se suicida y a él lo mata), abundan los reproches, equilibrios y venganzas, las idas y venidas, y ahora hasta ha llegado el sida para reponer en su sitio a todos los dioses y diablos de siempre. Al menos siempre nos quedará París, quiero decir, el adulterio, o su inspiración en su caso, o un combate alegre, tierno, delicado y desolado entre el deseo, el amor y la amistad, nada más. Y nada menos.

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