La frialdad del asesino
La vida del asesino Roberto Succo ha sido origen de la obra póstuma del dramaturgo Bernard Marie Koltès, estrenada a principios de los noventa, y de un largo y minucioso libro del periodista Pascale Froment. A la hora de enfrentarse con una película sobre la figura del criminal italiano, el guionista y director Cédric Kahn rechaza la obra de Koltès por demasiado personal y parte de la de Froment por adaptarse a sus necesidades realistas.
Poco o nada conocido en España, a pesar de haberse estrenado su anterior película, Tedio (1998), una excelente adaptación de la novela homónima de Alberto Moravia, Cédric Kahn (Francia, 1966) demuestra ser uno de los más interesantes nuevos realizadores franceses. En esta cuarta producción, basada en hechos reales, Kahn logra una obra maestra al narrar cómo, tras asesinar a sus padres en Mestre, Venecia, Roberto Succo es encerrado en un psiquiátrico, del que logra salir por buena conducta, huye a Francia y durante una temporada se dedica a cometer incomprensibles y gratuitos crímenes.
ROBERTO SUCCO
Director y guionista: Cédric Kahn. Intérpretes: Stefano Cassetti, Isild Le Besco, Patrick dell'Isola, Vincent Deneroaz, Aymeric Chauffert. Género: policiaco. Francia, 2001. Duración: 124 minutos.
El interés de este retrato de un psicópata, fascinado por la violencia, con graves problemas afectivos y que intenta dar un significado político extremista a sus acciones, es muy amplio. En primer lugar, Cédric Kahn huye de la violencia y lo que pueda tener de atractivo para hacer una desdramatizada narración de extremada frialdad. Luego crea un personaje brutal, dado no de manera directa, sino indirecta, en ningún momento utiliza el punto de vista del asesino, sino de sus víctimas, para definirlo. Y también por la interesante estructura narrativa utilizada, donde entremezcla con habilidad la peripecia del asesino y sus víctimas con las de la policía, centrada en un miembro más del cuerpo, y los cadáveres que descubre.
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