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Columna
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Querido Luismi:

Desde que tuviste que marcharte, por órdenes tan superiores como las que te trajeron, esto ha perdido mucho. Ya lo sé, estamos como antes, pero a mí me faltan tus risas y tus conversas bajo las estrellas. Sin ti nada será lo que fue, ni yo volveré a catar la alegría de los tiempos en que triscaba como una loca por mis cuatro palmos de peña, ignorante de todo. Ahora me invade una intensa melancolía, que es la del conocimiento, creo adivinar.

Porque tú, Luismi, que además de apuesto caballero legionario eres técnico en informática, tuviste la ternura y el detalle de ampliar mis horizontes, regalándome tu equipo y una conexión a Internet. 'Para que sepas', dijiste, 'lo que te estás perdiendo'.

Te gustará saber que hoy, sin ir más lejos, después de desayunar ligeramente y de hacer algo de treking (poco, porque las pezuñitas se me consumían de impaciencia), me he conectado a la red, tal como me enseñaste durante las horas que pasamos juntos, y me he puesto a navegar. La verdad es que, aunque agradecida, estoy un poco desconcertada. Por ello te mando este mensaje, sin afán de molestar, sólo para que me orientes.

'Conocer es amar', dijiste una noche (o leyla) de hermosa luna. He navegado, pues, llevada por el ansia de conocer mejor tu civilización. Y he dado con informaciones tales como que en el mundo hay 20 países más igualitarios que España; que un Estado de nombre Israel ha aumentado el alcance de sus asesinatos selectivos y cada vez selecciona una mayor cantidad de víctimas; que el mismo Israel deja libre, antes de cumplir la totalidad de su condena, al hombre que conspiró para asesinar a un tal Isaac Rabin (ya me contarás quién fue). Y, por último, que Pilar, la que tiene un castillo, no ayuda a estudiar a los chicos listos pero de familia modesta.

Como no he encontrado en la red remedio alguno para todos estos males, ni señal de que nadie se proponga solucionarlos, te pido a ti que me proporciones alguna dirección que me sirva de consuelo, para agregarla a mi carpeta de favoritos.

Con cariño, tu cabra Amal. O, como solías llamarme, traduciendo al español, Esperanza.

(Posdata: saluda de mi parte a ese grupo de rock que tanto te gusta, Statu Quo).

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