Fósiles de bacterias o pura geología
Una de las grandes preguntas sobre la historia de la Tierra es cuándo surgió la vida y en qué formas. Durante años, el científico más famoso en este campo ha sido William Schopf, actualmente en la Universidad de California, porque aseguraba haber descubierto los fósiles más antiguos del mundo, correspondientes a bacterias que vivieron hace 3.500 millones de años y que además eran capaces de producir oxígeno como subproducto de la fotosíntesis.
A pesar de que todo indica que en aquella época el contenido de oxígeno en la atmósfera terrestre era todavía bajísimo, Schopf empezó a mantener en 1987 que sus fósiles, extraídos de rocas de las más antiguas del mundo en Australia, eran cianobacterias (productoras de oxígeno) y sigue manteniéndolo hasta la actualidad. Tanto se esforzó que lo que era una hipótesis únicamente basada en la morfología pasó a ser considerada una verdad de libro de texto, según explica la revista Nature, que recoge la gran polémica actual sobre el tema.
Polémica personal
Como en tantos otros grandes temas científicos, la polémica es muy personal entre Schopf y su crítico Martin Brasier, de la Universidad de Oxford. El pasado 7 de marzo Nature publicó un artículo de cada uno de ellos en el que Schopf mantenía su tesis y Brasier daba sus argumentos en contra. Luego, en abril, ambos pesos pesados de la ciencia se vieron las caras en una reunión científica en California. En aquel choque Nature da a Brasier como ganador.
Además, hay un nuevo factor que puede terminar con la reputación de Schopf, ya que su ayudante Bonnie Packer, que firmó el artículo científico con él en 1987 y que luego se distanció, ha asegurado ahora que el propio Schopf sabía hace mucho tiempo que había indicios de que los fósiles no correspondían a cianobacterias. Según Packer, que ha presentado sus notas de laboratorio de aquella época, Schopf descartaba en sus análisis los supuestos fósiles cuya morfología no era compatible con la de una cianobacteria.
La desconfianza de Brasier se basa en que en 1999, para actualizar un libro suyo sobre microfósiles, fue a las fuentes, a los fósiles descritos por Schopf, que ahora se encuentran almacenados en la Museo de Historia Natural de Londres. Allí vio formas extrañas en algunos de ellos que no estaban descritas por el científico estadounidense y que le hicieron sospechar. Luego viajó al yacimiento y descubrió que el terreno no era del tipo sedimentario, como Schopf sostenía, sino que parecía corresponder a una fuente termal. Según Brasier, las bacterias de Schopf no son más que formaciones de grafito en condiciones extremas de calor.
Técnica
Durante la discusión de abril, Schopf reconoció que no estaba claro que los fósiles correspondieran a cianobacterias, con lo cual su trabajo perdió interés para muchos. Además, en la misma reunión, explica Nature, el físico Stephen Hyde probó, utilizando una técnica puesta a punto por el científico español Juan Manuel García Ruiz, que se pueden crear a temperatura ambiente depósitos minerales que bajo el microscopio aparecen iguales que los microfósiles de Schopf.
Después de 20 años de ser considerado uno de los micropaleontólogos más importantes el mundo, la estrella de Schopf parece que ha empezado a declinar, justo cuando es mayor el interés por las técnicas de identificación de fósiles bacterianos muy antiguos, como los que algunos científicos han creído ver en un meteorito procedente de Marte y fueron presentados en 1996 por la agencia espacial estadounidense NASA como el argumento principal para su campaña de fomento de la llamada astrobiología. La búsqueda de vida pasada fuera de la Tierra se basa necesariamente en las mismas técnicas utilizadas en micropaleontología, por lo que el área está en plena expansión.
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