Ya están aquí...
Estoy leyendo el artículo de su periódico acerca de los sonares submarinos que piensa instalar el Gobierno de EE UU, y los ojos se me abren como platos.
No doy crédito a lo que leo. Según biólogos marinos, la frecuencia de sonido que emiten revienta los tímpanos de ballenas y delfines.
Y en las pruebas previas que realizó la Marina muchos de estos pobres animales, que estarían hasta las narices de nosotros si tuvieran, se suicidaron en la costa por el insoportable dolor.
Se me van a saltar los ojos de las órbitas, porque me parece increíble que gente que aprueba este tipo de medidas de 'defensa' sea de mi propia especie animal.
Después de mucho cavilar, sólo se me ocurren dos posibles razones para esta proeza, que secundarán sin duda otros países donde la ética brille por su ausencia:
Que en los últimos 30 años esos altos cargos encargados de estas estupendas decisiones se hayan fumado toda la marihuana incautada por su Gobierno durante décadas y se hayan hecho insensibles al dolor... humano. O bien, señores y señoras, tendremos que darle la razón a Carlos Jesús...: vienen de Raticulín y están entre nosotros.-
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