Máxima tensión en las marchas orangistas por los barrios católicos de Irlanda del Norte
En un ambiente de gran tensión y con las fuerzas de seguridad en máxima alerta, se celebraron ayer en Irlanda del Norte las marchas en conmemoración por la victoria de las tropas protestantes de Gillermo de Orange sobre el rey católico Jaime II, en 1690. La policía anticipaba graves disturbios, particularmente en áreas de Belfast y otros núcleos conflictivos de la región, dada la oposición de la comunidad católica norirlandesa a unos desfiles que consideran sectarios y triunfalistas. La Orden de Orange es una organización exclusivamente abierta a los varones protestantes.
Los orangistas celebraron su gran fiesta del 12 de julio en relativa calma, sin repetir las escenas violentas que el domingo pasado dañaron por enésima vez el prestigio de la Logia de Portadown, cuya marcha está parcialmente prohibida desde hace años. En esta ocasión se temía una dura contramanifestación de jóvenes católicos y republicanos, convocados por Sinn Fein, según fuentes de los servicios de inteligencia, que no llegó a materializarse.
Las fuerzas de seguridad contribuyeron quizá a evitar el caos y muertes innecesarias. De madrugada, hicieron explotar una furgoneta cargada, al parecer, de detonadores y combustible, que estaba aparcada en la ruta de la principal marcha de Belfast. La policía responsabiliza a disidentes republicanos de este presunto intento de atentado.
Más tarde, en la mañana de ayer, se descubrió abundante material para construir bombas incendiarias en el tejado de unos locales de Ardoyne, el barrio de Belfast que acusa los más graves disturbios sectarios en los últimos meses. La policía estima que estos artefactos estaba destinados a ser lanzados al paso de la marcha orangista.
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