Fiesta de boda en plena crisis
La ceremonia nupcial de Mohamed VI y Salma Bennani arranca en Rabat mientras se acentúa la crisis con España
Al pueblo marroquí, como a todos los meridionales, le gustan las fiestas en general y las de boda en particular. Así que ayer las gentes de Rabat no arrastraron los pies a la hora de sumarse a los múltiples saraos organizados en la ciudad para festejar el matrimonio del rey Mohamed VI, de 38 años, con la ingeniera informática Salma Bennani, de 24. Aparcados quedaron los quebraderos de cabeza de la mayoría: cómo conseguir empleo, cómo llegar a fin de mes si se tiene uno, cómo pagar la educación de los hijos, cómo abordar los gastos médicos y hospitalarios, cómo poder disponer de una vivienda digna en la que criar una familia... Tres años después de su ascensión al trono de los alauís, Mohamed VI ofreció un buen espectáculo circense a su pueblo. Éste, sin embargo, también sigue esperando más pan.
El monarca ofrece un buen espectáculo de circo a su pueblo, pero éste espera más pan
Fuegos artificiales alegraban anoche el cielo de Rabat. Procedían de la explanada donde se sitúa la Torre Hassan, el centenario alminar que es hermano gemelo de la Giralda de Sevilla y la Kutubia de Marrakech. En esa misma explanada se levanta también el lujoso mausoleo que Hassan II erigió para enterrar a su padre y donde él mismo fue inhumado hace ahora tres años. Son ya, pues, tres los años de reinado de Mohamed VI. Comenzaron con grandes expectativas de cambio y han ido desembocando en una creciente impaciencia. Pero, en cualquier caso, los fuegos artificiales de anoche festejaban la boda del primogénito y heredero de Hassan II, Mohamed VI. Y eso era toda una novedad en Marruecos.
Jamás un rey de la dinastía alauí había celebrado públicamente su matrimonio; jamás los marroquíes habían sido informados del nombre y el rostro de la esposa de su monarca. Sus súbditos, así los llamaba él, se enteraron de que Hassan II tenía esposa cuando un portavoz de palacio anunció el nacimiento de su primer vástago. Algo se ha avanzado desde entonces. Pero no demasiado. Bennani, que sigue una norma de la casa real alauí de varias décadas de antigüedad y en las fotografías oficiales no cubre su cabello con ningún tipo de prenda, no será denominada malika o reina. Ya lo anunció Mohamed VI a una revista francesa, al afirmar que en Marruecos 'la figura de la reina nunca ha existido como tal'. El título oficial de su esposa es, en consecuencia, Su Alteza Real la Princesa Lala Salma, lo que coloca protocolariamente a la ingeniera informática al mismo nivel que las tres hermanas de Mohamed VI.
Rabat, que siempre es una ciudad hermosa y agradable, lucía ayer sus mejores galas. Habían sido repintados los bordillos de las aceras que prohíben aparcar, y en sus avenidas y plazas oriflamas rojas, blancas, verdes, azules, amarillas, violetas y rosas, en tonos pastel, competían con las altas y gráciles palmeras. En la ciudad y sus alrededores habían sido plantadas unas 600 jaimas o tiendas tradicionales, y en la desembocadura del Bu Regreg, el río que separa a Rabat de su hermana Salé, se celebraban espectáculos de fantasía, esas exhibiciones ecuestres en las que los jinetes galopan a gran velocidad y disparan al mismo tiempo sus fusiles. A los sones de decenas de orquestinas, había verbenas en los barrios populares, y muchos habitantes de la capital vestían de fiesta al estilo tradicional: ellas, con caftanes multicolores, y ellos, con chilabas blancas, sombreritos fez de color rojo y babuchas de cuero amarillas.
La gente estaba contenta, pero los ciudadanos consultados no ocultaban sus deseos de cambio. La gran mayoría de los marroquíes vive en condiciones económicas aún más estrechas que en los tiempos de Hassan II y muchos sueñan con emigrar a España, Francia o Bélgica.
El gran acontecimiento de la jornada de ayer -la primera de las tres que celebran públicamente la boda real- fue el desfile de millares de personas venidas de todas las regiones del país, para presentarles a Mohamed VI y Lala Salma sus deseos de felicidad y sus regalos. Muchos de éstos eran los de siempre: henna o alheña, azúcar, dátiles, leche, camellos, ovejas...
Mohamed VI heredó de su padre muchos palacios y, además, está construyendo otros propios en diferentes lugares del país. Pero el principal es el de Rabat, toda una ciudad amurallada, y hasta allí se dirigió el desfile de los regalos procedentes de todo el reino. El espectáculo fue una verdadera antología del folclore magrebí.
Estos festejos debían haberse celebrado el pasado abril, en Marrakech, pero Mohamed VI los aplazó en solidaridad con Yasir Arafat y el pueblo palestino, que vivían entonces una feroz represión israelí. No es que ahora los palestinos estén mucho mejor, pero el rey de Marruecos tampoco podía seguir prolongando su boda hasta el fin de la ocupación israelí. Así que hoy continuará en Rabat la primera celebración pública del matrimonio de un monarca alauí. Habrá nuevos espectáculos de fantasía y más verbenas, pero la novedad de la jornada será una gran boda colectiva que se celebrará en un gran palacio de Salé. Unas 200 parejas venidas de todo el país se casarán este sábado, en una manera simbólica de expresar la comunión entre el rey y el pueblo. Pasadas estas fiestas, los marroquíes volverán a soñar con que esa comunión se traduce también en una mejora de sus condiciones de vida.
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