Con toda el alma
No se puede negar que Fernando Merinero es uno de los cineastas más personales, pero también peor conocidos, de nuestro cine contemporáneo. Un puñado de películas hechas con el alma, con determinación casi suicida, y recorridas por una cinefilia inteligente -Agujetas en el alma, Casting-, le han convertido, a sus cuarenta y tantos años, en un raro de catálogo. Decir que La novia de Lázaro, rodada cámara en mano y en vídeo digital, va por el mismo camino parece una obviedad en la trayectoria de un autor que no renuncia a dicha etiqueta. Y que es, como sus obras anteriores, más que un logro, una búsqueda; más que un filme redondo, una apasionante propuesta abierta; más que cine, un palpitante trozo de vida.
LA NOVIA DE LÁZARO
Director: Fernando Merinero. Guionista: Fernando Merino. Intérpretes: Claudia Rojas, Roberto Govín, Ramón Merlo, Francisca Ródenas, Azucena de la Fuente. Género: drama. España, 2002. Duración: 92 minutos.
Con las hechuras de un producto en el filo entre ficción y documental, una actriz impresionante (la cubana Claudia Rojas, que habíamos conocido en La vida es silbar y que logró en Málaga el premio al mejor trabajo femenino), una absoluta falta de prejuicios sobre qué mostrar (ahí es nada la felación, tal vez la primera en el cine comercial hispano) y el ojo certero para captar el más leve matiz en la expresión de sus personajes, Merinero documenta el duro proceso por el que pasa una inmigrante caribeña en España, en perpetua búsqueda de un amante (Govín) tan evanescente como peligroso.
El resultado es una película inclasificable, casi siempre apasionante y mucho mejor acabada que su producción anterior.
Babelia
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