De Kinshasa a Parla, pasando por Barajas

Lo tiene claro: su futuro está en Parla. Hace ya casi tres meses que Ferre comenzó su largo viaje. Harto de la guerra civil que azota a su país, la República Democrática del Congo, y de la precariedad económica que allí vivía, comenzó a caminar en busca de 'un lugar más estable' y no paró hasta un mes y medio más tarde, cuando llegó a Nuakchott, la capital de Mauritania.

Desde allí continuó su viaje gracias a unos pescadores. En su barco remontaron la costa hacia el norte hasta llegar a un lugar cuyo nombre desconoce. Allí Ferre tomó la patera que le condujo hasta Lanzarote, donde les esperaba la policía. Tras 40 días de reclusión en la terminal del aeropuerto de la isla, la policía lo dejó en Las Palmas.

Fue allí, en el céntrico parque de Santa Catalina, donde un amigo también africano, le aseguró que Parla era un buen lugar para vivir. El martes de madrugada aterrizó en Barajas con otros dos congoleños y todas sus esperanzas puestas en esa ciudad del sur de Madrid.