Ricardo Darín: 'Lo que me pasa en España es increíble'
Ricardo Darín repite hasta cuatro veces la palabra 'increíble' a medida que baja el tono, la mirada y niega, moviendo de un lado a otro la cabeza. Resulta a la vez sorprendente verle así a él, asombrado como un niño a sus 46 años. Es de suponer que para un hijo de actores, que debutó a su vez haciendo de bebé en un plató de televisión donde trabajaban sus padres, que fue luego uno de los galanes de las adolescentes argentinas hace más de veinte años, y que atravesó varias etapas de enorme popularidad, no caben ya tamaños descubrimientos sobre las reacciones del público. Pero quizá sea esa capacidad de asombro la esencia de Darín como actor y como persona. No ha sido nunca vanidoso, ni creído, responde burlándose de sí mismo cuando alguien le halaga demasiado. Los compañeros le reconocen la generosidad y el talento. Cecilia Roth cuenta que aceptó desde México su papel en la película, sin siquiera leer el guión, 'sólo para cumplir con el deseo siempre postergado de trabajar con Ricardo, un actor encantador al que admiro muchísimo'.
Para Darín 'el secreto es el cine, lo que sólo el cine puede producir'. Las anécdotas de su reciente paso por Madrid se suceden una detrás de otra: 'En un negocio de la Gran Vía vi una lupa pequeña, de las que se usan para pintar miniaturas. Como a mi hijo le encantan, entré a preguntar el precio. No, no te imaginas, cuando el dueño del local me vio no podía creerlo. Llamó a toda la familia por teléfono y me pidió que hablara con la esposa, porque, según me contó, la esposa dice que para ella la vida es antes y después de ver El hijo de la novia. Por supuesto que no me dejó pagar la lupa, me decía: necesito regalártela. Es increíble, increíble, increíble, increíble. Todo fue algo mágico, casual, por el hecho de que pudieran mostrarse allí, con poco tiempo entre uno y otro, dos trabajos míos tan distintos como el de Nueve reinas y el de El hijo de la novia. Además, Nueve reinas se presentó muy modestamente y creció con el boca a boca. Estuve unos 12 días, entre Madrid y Barcelona, y en todos lados han sido tan cálidos, tan cariñosos conmigo, no porque te corran por la calle o griten a tu paso como si fueras un ídolo del rock, no, de otro modo, de verdad que es increíble, increíble...'.
Babelia
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